Estar enamorado...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Estar enamorado es arrancarle
al sol su melodía en primavera,
una música que compusieron las estrellas
en la noche que creaste para amarte.

Es gustar en el bosque un aroma de frambuesas
y recorrer los senderos como si fueran nuevos,
es quedar extasiado en el canto de un jilguero
y paladear en el viento el sabor de las cerezas.

Es volverse acróbata con las golondrinas
y en su vuelo extasiarse en tu presencia,
es esperarte como el águila en tu ausencia
mirando el horizonte cuando cae el día.

Es sentirse pájaro en el cielo de tus ojos
y destilar en las nubes la clemencia,
despertar a una mañana nueva en mi conciencia
y sentir que son un tesoro mis despojos.

Caminar a las orillas del río de los sueños
y ver tus ojos claros en el agua cristalina,
descubrirte en la fuente pura en que el Amor domina
y sentir que mi existencia tiene dueño.

Zambullirse en el lago de las aguas frescas
y bucear el misterio de tu nombre,
sumergirme en la frescura que te esconde
y descubrir un universo de belleza principesca.

Es nadar sin cansarse hacia tu encuentro
sabiéndote cercano, presente y escondido,
respirar el Amor en que me siento sumergido
y contemplar tu belleza en un almendro.

Es sentirse infinitamente rico en la pobreza
enjoyado en la luz que surge en tu mirada,
descubrirse hecho belleza en la alborada
y vestirse en los colores de la naturaleza.


Descubrir en la flor de la acacias la pureza
y en su perfume tu olor que se destila,
es envolverse de azahares cada día
y reconocer en sus flores tu belleza.

Es desplegar las alas en el horizonte de los días
y remontar las alturas que tu pecho esconde,
navegar mar adentro en el velamen de tu nombre
y descubrir en las estrellas tus pupilas y mi guía.

Es volverse colibrí sorbiendo entre las flores
el néctar sabroso de tus labios y la dicha
de recrear en su color brillante la sonrisa
que se enciende en el rosal de los amores.

Es dejar de llorar con el sauce de la ausencia
el Amor que por el río de la vida se ha marchado
sabiendo que en el pecho inundado se ha quedado
y en el recuerdo enamorado se hizo permanencia.

Es reconocer en un cielo azul de plata
el toque de tus dedos amorosos,
el soplo de los vientos cariñosos
en que la caricia de tus manos se delata.

Es sentirse dilatar el pecho en los acordes
de la sinfonía que me ofrecen las cigarras
sentirse palpitar en ronroneo de torcazas
que se enamoran al decir tu nombre.

Es descubrir en los árboles la fuerza de la vida
que abre paso al Amor que los sustenta,
la savia primigenia que los alimenta
y el misterio que a su sombra se cobija.

Es contemplar las rocas con ojos extasiados
y adueñarse de las cavernas de las piedras,
es sentir en el pecho las olas que se estrellan
fundiéndose en el muro de los acantilados.

Y es planear en las alas de gaviotas que despiertan
amaneceres de sol en mares solitarios,
ser espuma y fragor que embiste temerario
las playas desoladas en las que el mar se acuesta.

Es ver tus ojos en los atardeceres vivos
y en el sol de tu mirar irse quemando,
es ser un cisne que hacia Ti se va volando
y en su corazón sentir volar el mío.

Es romper las puertas de la cárcel que me habita
y de la libertad amante volverme prisionero,
encadenado en el viento del Amor como un velero
romper para siempre las amarras y zarpar hacia la vida.

Es arrojarme a la ilusión que invita
a dejarlo todo por seguirte donde vayas,
perder los miedos, navegar hacia tus playas
proa a las olas embestir la vida.

Desplegar el velamen de mis ilusiones
y henchirme en el soplo de tu aliento vivo,
clavar los ojos en el horizonte al que te sigo
y hacerme travesía de tus emociones.

En la noche experimentar que me cobijas
y en el rocío sentir tu aliento fresco,
suavizar las heridas que de Amor padezco
refrescado en la brisa marítima que habitas.

Estar enamorado es sentir que estás aunque te vayas
y ser prisionero de tu presencia cierta,
escucharte en el silencio aunque a veces no comprenda
y volverme arena tibia y reposada de tus playas.

Es padecer mil muertes sencillas cada día
cuando la vida se regenera en mis adentros,
la metamorfosis completa de mis sentimientos
polarizados en Aquel que los cautiva.

Es vivir en un desierto sin sentirse solo
y en la más profunda soledad vivir acompañado,
es ser náufrago en el paraíso y no querer dejarlo
y es el silencio infinito de la intimidad en que te adoro.

Es poder sembrar tulipanes rojos en la luna
y transformar el páramo en un campo de amapolas,
es florecer en invierno en los pimpollos de las rosas
y es plantar jazmines de misterio entre las dunas.

Es admirar el musgo que crece entre las piedras
y los helechos silvestres que recuerdan tu frescura,
descubrir en un arroyo imperceptible tu ternura
y encontrar entre las rocas flores frescas.

Es ser la libertad en el campo de los caballos blancos
recorriendo a su antojo indómitos la estepa
y es ser río de mansedumbre en las praderas
en las que pastan los corderos mansos de tus manos.

Es plantar en el patio un cantero de violetas
y aprender de su humildad cuando te canto,
transformar el balcón en un vivero de geranios
y en santa ritas al sol sentirse primavera.

Es embriagarse en el sabor de la sonrisa que ilumina
y descubrir tu rostro eterno recortado entre las nubes,
encontrar el rastro de tus pasos en un bosque de abedules
y recibir como pétalos de rosas sus hojas amarillas.

Caminar por las playas del mundo buscando caracoles
y leer tus mensajes cifrados escritos en la arena,
mirar a lo lejos cómo retozan, jugando, las ballenas
y en los médanos serenos volverme anochecer de soles.

Descubrir en su simplicidad y primor las clavelinas
que visten coquetas mi balcón y mi ventana
y sentirme un pájaro que despierta cantando en la mañana
cuando la primera claridad del alba mis ojos acaricia.

Es contemplar en la noche un océano mágico y plateado
cuando la luna se baña en el mar besando el horizonte
mientras las sirenas me cantan al oído las notas de tu nombre
y en su silencio salado los corales me dejan extasiado.

Es tener una mirada nueva para recorrer la vida
y poder ver con tus ojos el alma profunda de las cosas,
experimentar tu presencia cálida, discreta y amorosa
que hilvanada en el transcurso de las horas me hace compañía.