Era el viento solamente...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Era el viento solamente el signo de tu paso,
el huracán que partía las montañas y las rocas,
el que plegaba los cedros, el que rizaba con ímpetu las olas,
no era más que el anuncio de un encuentro en el ocaso.

El terremoto q1ue conmovía las entrañas de la tierra
desgarrando las raíces mismas de la montaña del encuentro,
no era más que el anuncio dramático y violento
del que estaba llegando y proclama su presencia.

No era el fuego que encendió de soles el bosque en el ocaso
la morada del que enciende volcanes con su fuerza,
ni era el río ardiente que opacaba las estrellas
más que el aviso del que todo lo trasciende con su encanto.

No fue el viento, el huracán o el torbellino
ni fue el temblor desgarrador del terremoto,
no fueron las llamas ni el volcán el rostro
del que en la brisa suave se abría su camino.

Fue allí, en la ternura delicada de su voz que me acaricia
en el alma sosegada de una aurora siempre nueva,
en la frescura matinal de un susurro eterno en primavera,
allí se oyó su voz, como una melodía de flautas en la brisa.

Allí su Rostro etéreo, luminoso y cristalino
preñado de la luz que desde sus ojos me envolvía
me llenaba de Amor y el Amor en El resplandecía
y el Amor era la luz y la luz era un pájaro en su nido.

Allí su voz como brisa musical penetraba en mis oídos
me invadía el alma y se quedaba enredada con su canto,
entrelazada en mi querer se volvía sinfonía de su mano,
me transportaba hacia Él y su pensamiento se quedó en el mío.

Allí un pálpito suave que recorría las arterias de su cuerpo tierno
sincronizó en su latido su corazón y el mío,
me llenó de ilusión, de gozo, de paz y fue el idilio
de la unión de un Amor fiel que se hizo eterno.