El que tenga sed que venga...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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El que tenga sed que venga y beberá
del torrente del origen de la vida,
del manantial del que surge la alegría,
del vino que en mi Amor lo embriagará.

Siento una sed, Señor, que no se sacia,
un deseo que es fuego, dolor y sequedad.
Es la aridez de un desierto sin el agua,
una vasija sin vino, una roca que al sol se quebrará.

Un anhelo infinito, un sentimiento,
una hondura sin fondo, una playa sin mar,
una duna abandonada del viento,
un acantilado sin el beso de las olas, soledad.

Soy un prado que se quedó sin lluvia,
un trébol sin rocío matinal,
un águila sin el viento en las alturas,
un horizonte sin ocasos, la nostalgia de tu paz.

Soy un lirio que se quedó desnudo,
un abedul en su cántico invernal,
aquel tilo sin hojas en un invierno crudo
que en primavera de flores su aroma ofrecerá.

Tengo seca la garganta del alma en ansias de bondad,
la lengua que gustó tus delicias pegada al paladar,
los labios agrietados por el sol de una ausencia sin piedad
y los ojos hechos una estepa en invierno, 
un lago sin cielo, una luna sin mar.

Tengo sed de tu presencia y de tus brazos,
del besar de tus palabras en mi alma, de tu paz,
del roce de tus dedos en mi frente, de tus labios,
del gusto de cielo que dejas al besar.

Tengo sed de tus ojos que vuelven mi noche claridad,
de la miel que en ellos se derrama, del calor de tu mirar,
del brillo de tus pupilas que las mías encienden y reclaman,
quiero beber en tu mirada la ternura y las caricias que me das.

Tengo sed del aroma de tu aliento que es capaz
de aquietar el pensamiento y llenar el corazón de eternidad,
del perfume que transporta el sentimiento en soledad
hacia las cumbres del Amor perfecto en Espíritu y verdad.

Soy un mendigo de Amor en tu presencia
sediento de tu encuentro, de vida y caridad.
Soy el anhelo de un pecho que te llama con su aliento,
que sin Ti vivir no puede y que sólo en Ti reposará.