El ministerio de animación de la oración

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

Web: Poesía religiosa y mística cristiana

 

 

“Algunas notas caracterizan esta Renovación: el gusto por una oración profunda, personal y comunitaria, un retorno a la contemplación, un acento colocado sobre la alabanza a Dios, un contacto asiduo con la Escritura” (Pablo VI).  

“¡No interrumpan el camino comenzado!

Aspiren a los carismas mejores... El cristiano

 vale cuánto ora... Esto compromete a

los grupos y comunidades de la Renovación

a ser siempre más  lugares de contemplación

y de alabanza, donde el corazpón del hombre

e llena del amor de Dios y se abre al amor

a los hermanos” (Juan Pablo II).

 

La oración carismática (o sea espontánea e inspirada) a antes que nada oración de alabanza por parte de toda la asamblea. Frecuentemente la suscita la Palabra de Dios. A la oración de alabanza se asocia habitualmente la acción de gracias.

Es importante constatar que incluso las oraciones de sanación, liberación, perdón, asumen una eficacia particular si van acompañadas por una oración de alabanza.

Una oración carismática se caracteriza por algunas manifestaciones que se dan normalmente y se desarrollan en docilidad al Espíritu Santo:

 

*        La presencia de una alabanza comunitaria

*        La lectura carismática de la Palabra de Dios

*        La invocación del Espíritu Santo

*        El silencio

*        La manifestación de los carismas (oración en lenguas, profecía, erc).

 

En la oración comunitaria se experimenta una comunión profunda entre los participantes y entre estos y Dios. Cada uno de ellos es estimulado por los animadores –mediante exhortaciones y oraciones “inspiradas” por la Palabra del Señor- a expresarse libremente, sosteniendo la oración de los otros hermanos (agradecimiento), uniéndose a la suya (alabanza coral), elevando a Dios una alabanza particular o una súplica en voz alta (oración personal).

En la vida de los grupos y de las comunidades la perseverancia en la oración es determinante a nivel personal y familiar, en la experiencia comunitaria y en las distintas expresiones sugeridas por el Espíritu: alabanza, adoración, intercesión, súplica, agradecimiento, etc.

Aunque no puede darse una estructura preestablecida, en docilidad a las inspiraciones divinas, los criterios de sobriedad, orden y decoro sugieren algunos momentos particulares que los animadores pueden sugerir a la asamblea.

 

La acogida festiva de los participantes permite reconocerse miembros del mismo cuerpo de Cristo y hermanos en el nombre de Jesús;

La alabanza coral,  en la que alegremente se saluda a Jesús vivo en medio de la asamblea, predispone los corazones al encuentro con el verdadero protagonista de la oración;

El tiempo profético es irrenunciable y consta de la invocación el Espíritu Santo a la que sigue la intervención profética de la Palabra. Este es el momento en el que Dios  habla y orienta nuestras oraciones que se vuelven inspiradas. Deben someterse a la Palabra inspirada por Él para edificar, convertir, corregir o guiar a la asamblea. De este modo las oraciones, los cantos, los gestos que sean sugeridos por los animadores después de la manifestación del Espíritu profético, serán resonancias proféticas en relación, después del discernimiento necesario, con lo que el Señor quiere que se haga;

La oración de intercesión y la súplica en la que la comunidad de fieles concuerda para pedir a Dios ayuda, consolación o sanación para los que sufren;

La acción de gracias es un tiempo en el que cada hermano, con pocas y simples palabras puede agradecer al Señor lo que ha hecho o hará;

La despedida  entre cantos de alabanza y alegría después de haber recordado a la asamblea la Palabra suscitada por el Espíritu que sirve como guía espiritual de la semana sucesiva.

 

Las tareas

 

Las tareas principales del equipo de animación son las de ayudar a la asamblea a entrar en un clima de oración y sostener esta oración (también con la intercesión silenciosa) y sobre todo la de favorecer la participación activa de toda a asamblea.

Por este motivo los hermanos de la asamblea deben ser ayudados a “salir de sí mismos” para dirigir su atención a la presencia del Señor con una oración de alabanza y agradecimiento.

El carisma específico del coordinador del equipo de animación es del de discernir las diversas mociones (que impulsan a los presentes a intervenir) recibiendo las inspiradas por el Espíritu. Este carisma le permite vigilar la carismaticidad de la oración.

Se debe brindar el espacio suficiente a los diversos momentos esenciales de la oración, antes mencionados: Palabra, invocación del Espíritu, silencio, profecías... teniendo en cuenta que la prioridad es la participación de la asamblea y se debe evitar monopolizar la oración.

La Palabra de Dios es la manifestación tangible de la presencia de Cristo en la comunidad. Es fuente de alabanza, de agradecimiento, de unidad y al tiempo mismo nos sana, convierte, consuela y salva. El coordinador debe promover que la Palabra sea escuchada con atención, respeto y gratitud.

El canto en lenguas debe ser ordenado. No es un relleno en los momentos de silencio o indecisión sino el cúlmen de la oración de alabanza o de adoración. La participación de cada uno en el canto en lenguas se realiza en armonía con todo el canto de la asamblea.

Las profecías (en toda la diversidad de sus formas carismáticas) subrayando la Palabra de Dios, nos ayudan a comprenderla, nos guían en la conducción de la oración, nos manifiestan que es justamente Dios el que nos está hablando. Una proliferación excesiva de pasajes de la Escritura o de profecías, más allá de todo discernimiento, provoca desorientación, poca escucha y falta de respeto por lo que ya ha obrado el Espíritu. Las profecías que no están de acuerdo con la doctrina de la Iglesia pueden ser objeto de un intervención delicada pero adecuada por parte del coordinador.

Las palabras de conocimiento (carisma de ciencia y entendimiento) requieren un discernimiento muy atento pero sobre todo hay que discernir si se producen y se atestiguan los frutos del carisma: discernimiento con el ministerio de animación y la guía pastoral, confirmaciones por parte de la asamblea y sobre todo por parte de los testimonios.

La invocación del Espíritu Santo no debe faltar. Es el que nos dona la Palabra, nos hace comprender lo que Dios dice, nos regala la alabanza y todas sus manifestaciones carismáticas.

Es bueno invocarlo ni bien el coordinador advierte la disponibilidad de la asamblea.

Los momentos de silencio exterior son indispensables para facilitar la escucha y la interiorización personales de la acción del Espíritu Santo. Estos momentos de silencio muy distintos de los silencios en los que se puede caer por falta de participación representan una acción carismática de la oración. El discernimiento del guía llamará al silencio en los momentos dictados por el Espíritu.

Es bueno que las personas que integran el ministerio de animación se encuentren al menos una vez al mes para compartir su vida ministerial. El coordinador del ministerio debe promover estos encuentros.

Finalmente, es importante que exista una comunión espiritual especial entre los ministerios de animación, canto y liturgia que permitan una sintonía ministerial en el servicio prestado a la asamblea.

Estas sugerencias pueden facilitar la tarea de animación y a superación de los obstáculos principales que se presentan en este servicio.