El Cristo de San Damián

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Las ruinas de San Damián,
una iglesia destruida,
Cristo está sólo y te mira,
en torno, la oscuridad.

Señor: - ¿Qué quieres que haga?
preguntas desde hace años
al que conduce el rebaño
hacia corrientes de agua.

Porque tu alma está sedienta
de Amor puro y agua viva,
del Espíritu de vida
de quien tu Iglesia está hambrienta.

Señor: ¿Qué quieres que haga?
es el clamor de tu pecho
por los ayunos deshecho,
ilusionado y en ansia.

Luz pedís para tu mente,
y un corazón encendido
en el Amor del Dios vivo,
fe esperanzada y ardiente.

Profunda humildad dispuesta
al servicio simple y puro
del Señor que, desde el muro,
en silencio, te contempla.

Él reina crucificado
sobre un altar de madera
que se encuentra en la ladera
de un Subacio ensangrentado.

Sus ojos grandes y vivos
en los tuyos se han clavado,
su corazón traspasado
de Amor, te invita a seguirlo.

Habla el Señor de los cielos
y su voz dice: - ¡Francisco!
repara pronto mi casa
que se está cayendo al suelo.

Su Palabra te conmueve,
rompes en llanto al oírlo,
de dispones a seguirlo
y su Espíritu te mueve.

Desde entonces una llama
de aceite puro de olivo,
arde en honor de tu Cristo
y es reflejo de tu alma.

Su voz se quedó en tu mente
como brasa al rojo vivo
y quemaron tus oídos
sus palabras lentamente.

Repara pronto mi Iglesia,
ya ves que se desmorona,
que no es de piedra mi gloria
ni de arena mi clemencia.