Amado, amado, amado...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Amado que cuando me visitas hieres,
Tú que produces heridas con tus besos,
Tú que llagas el corazón cuando lo quieres
y suavizas el ardor en que me quemo.

Tú que en tu visita me arrebatas
y paralizas mi ser cuando lo tocas,
Tú que amándome me matas
y matándome de Amor me nombras
rompe el silencio y las cadenas que me atan!

Tú que me das un nuevo ser cuando me amas
y renovándome en Ti me vuelves nuevo,
Tú que enciendes el corazón en fuego
y te vuelves luz entre sus llamas
haciéndote incendio que me quema dentro...

Tú que vienes y vas, tú que te quedas
en el toque, en la herida, en el recuerdo,
Tú que te haces llaga de Amor en que me quemo,
Tú que te vuelves suavidad de bálsamo y misterio
¡Quédate o llévame en la hondura de tu pecho!

Me hieren tu ausencia, tus silencios y las noches
en que esperando tu visita se hace el alba.
me hiere el ardor de tus dedos en caricias raras,
tu voz silenciosa en los oídos de mi alma,
tus ojos que me miran y mi mente que se apaga.

Me llaga el perfume que en tu presencia invade 
las fibras íntimas de mi ser profundo
cuando impregnado en la piel de mi espíritu es anuncio
de tu ser, de tu amor, de tu visita, de tu paso,
de la posesión que me libera y de la magia de tu encanto.

Sé que sólo la posesión definitiva cauteriza
las llagas de amor que en la esperanza brotan
porque sólo tu presencia adorable cicatriza
las heridas que tus ausencias provocaron,
el anhelo de lo definitivo que en ellas se ha gestado.