Algún día se abrirán los cielos

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

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Algún día se abrirán los cielos
de par en par sus puertas desplegadas
escaleras de nubes tapizadas
envuelto va el amor entre consuelos.

Peldaños de cristal rojo esmaltado
me llevan a las puertas del gran templo
en el se oculta un sol de fuego intenso
que quema en el altar azul dorado.

Sus puertas son más altas que los cedros
están hechas de bronce y de caoba
las abre un torbellino que me arroba
y nace en el santuario del eterno.

La multitud que canta es infinita
las trompetas las suenan los querubes
y el brasero de incienso es una nube
de oración incesante y paz bendita.

Millones de inocentes con antorchas
y palmas encendidas en sus manos
rinden honor al trono soberano
y se funden sus voces en su gloria.

Las vírgenes vestidas de azucenas
forman un coro de mística armonía
en sus manos el arpa y la alegría
de haber abandonado sus cadenas.

En el trono una luz inabarcable
que fuera alguna vez materia pura
atrapa mi mirada en su blancura
y me deja extasiado al contemplarle.

Brota un río de fuego perfumado
del trono en que refulge el solo divino
en el beben los santos su destino
y se quedan, al beber, enamorados.

Desciende del santuario y llena el cielo
de la luz en que la luna se reviste
a su aroma seductor nada resiste
y penetra las entrañas de este suelo.

Ahora entiendo por qué las escaleras
besan serenas la cumbre en la montaña
derritiendo la nieve en sus entrañas
regando con amor las primaveras.

Ahora veo más allá de lo que encuentro
que del santuario infinito formo parte
que me has dado la voz para alabarte
pues tu fuego me quema y está dentro.

Y es un santuario la creación que llena
la mirada con que en ella te contemplo
pues el cielo ha comenzado si te siento
presente en la sustancia de mi esencia.