Dos hombres especiales

Autor: Manolo Campa   

    

  “Los pueblos sin memoria ni pasado tampoco tienen futuro”. La memoria nos permite seguir las huellas de aquellos que “pisaron fuerte en la vida”. Vidas ejemplares, dignas de ser imitadas. Uno de ellos, era un hombre de frágil salud y temple de acero, empeñado en hacer a los jóvenes mejores enseñándoles a ser buenos cristianos.
Por volver a ver a su patria libre era incansable. Daba conferencias, escribía en periódicos y revistas. Se le escuchaba en la radio. Presentaba proyectos bien estudiados. Hablaba y actuaba siempre con la pureza de la sinceridad: Respaldaba las ideas nobles de otros, aunque no fuesen sus amigos… y refutaba las de sus amigos cuando en ellas veía el error.
Rafael Becil y Saca era su nombre. Preclaro hijo de la Villa de Güines. Abogado en Cuba, maestro de matemáticas en el exilio. “Siguió fielmente a Cristo de cuya Palabra fue incansable apóstol. Sirvió a la Patria. Honró la toga”.
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El recuerdo de esfuerzos heroicos mantiene latentes anhelos aún no alcanzados. Uno de esos estímulos perennes es Rafael Díaz Hanscom. Siendo muy joven conspira para poner fin a la dictadura comunista que se había apoderado de Cuba. Delatado por un traidor, murió fusilado en la Fortaleza de La Cabaña, en la ciudad de la Habana.
Sobre él se escribió: “La libertad no se obtiene sino por medio de una cierta cantidad de valor y patriotismo; no importa que algunos carezcan de estas virtudes, o que otros, teniéndolas, evadan por mil causas su responsabilidad. Hay hombres, siempre, para los que morir por la libertad, que es morir por la patria y por su pueblo, es un honor indeclinable.
¡Así era Rafael! Encarnación de la dignidad y el decoro de hombres verdaderos; de una generación irreductible; una generación que prefirió mil veces seguir combatiendo, aún desde el sepulcro, a tolerar la más ligera disminución del derecho, el derecho de los cubanos, a vivir, pensar y actuar con libertad.
Murió Rafael, más no su obra, porque el hombre que muere defendiendo la verdad, jamás perece”.
Becil y Díaz Hanscom, son parte del pasado de un pueblo que sufre y pide que sigamos luchando en el presente hasta lograr un futuro donde impere la libertad, la justicia, el orden y el progreso.