Técnica y opciones

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: catholic.net (con permiso del autor)

 

 

La técnica pone ante nosotros miles de posibilidades. Gracias a la computadora puedo escoger entre escuchar música, ver una película, escribir una carta, participar en un chat, o elaborar un programa nuevo. Gracias al coche, puedo desplazarme al parque que está en mi ciudad, o al pueblo de mis abuelos que se encuentra a más de 200 kilómetros de distancia. Gracias a la televisión, puedo escoger entre 10, 20 ó 30 canales, o, simplemente, poner un video con la primera comunión de un sobrino.

Miles de posibilidades, a veces demasiadas... Podemos sentir angustia, desazón: tenemos tantas puertas abiertas al mismo tiempo... Pero sólo podemos escoger una en cada instante (o, a lo sumo, pocas a la vez). Si voy a ver al amigo enfermo, ya no puedo ir a jugar con los amigos un partido de golf. Si me conecto a internet, pierdo la línea de teléfono por unos minutos (o por horas) y las llamadas de otros quedan en espera. Si opto por preparar varios sms con el móvil, tendré que pagar más en este “lujo” y no me quedará tanto dinero para arreglar las paredes de la escuela de mis hijos.

El aumento de opciones no siempre es un crecimiento de libertad. A algunos esta marea de posibilidades les deja perplejos, como al burro entre dos montones de paja. O les lleva a complejos y ansiedades neuróticas: se avorazan porque quieren terminar rápidamente una actividad para poder empezar cuanto antes otra. Cenan mal para ir a una fiesta. Comen aprisa para encender la computadora. Chatean casi sin pensar que los niños desean un rato con sus padres. O tal vez dejan a los niños en un gimnasio para ir a un cine y ver, si el tiempo lo permite, dos o tres películas con una indigestión de imágenes que dejaría mareado al más experto murciélago del mundo...

También es verdad que la técnica nos permite muchas comodidades, nos alivia en el momento del dolor, nos da casa, agua, comida y algo de calefacción para el invierno. Pero de nada servirían los beneficios del progreso, los instrumentos que hacen más llevadera nuestra vida, si no nos sirven para invertir y dedicar lo mejor de nuestro tiempo a lo que vale: a la familia, a la esposa o al esposo, a los hijos. También a los padres, tal vez ancianos, que desean una llamada (gracias a la técnica) o una visita; a los amigos, que prefieren no oírnos hablar de un nuevo sistema de windows, sino de aquellos temas que dejan un poso de esperanza y de consuelo.

Suena el despertador (¿es el despertador ayuda o martirio de la técnica?). El día inicia. Desde las alpargatas hasta el café express, la técnica me acompaña en cada paso. Pero no puede quitarme esa libertad con la que, sin prisas, en silencio, puedo dar un beso fresco sobre la frente de alguien a quien amo...