Si Dios quiere...

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: catholic.net (con permiso del autor)

 

 

En otros tiempos se repetía, casi como un estribillo, la frase “si Dios quiere”. Quizá alguno la usaba tantas veces que hizo que perdiese su sentido, que dejase de significar algo concreto.

Hoy en día resulta extraño escuchar a alguien que añada, al inicio o al final de su discurso, la vieja frase. Esto nos permite usarla con más atención, con más conciencia, dándole todo su significado.

¿Qué significa decir “si Dios quiere”? Por un lado, significa un reconocimiento: la historia del universo no está sometida a un destino ciego ni a un indeterminismo absoluto. Detrás de una estrella enana, de un cometa, de un planeta, de una explosión solar y de una tormenta de granizo se esconde un designio maravilloso, estupendo, lleno de misterios pero no por eso menos emocionante. Se esconde el proyecto de un Dios que es amor, que hace todo por el bien, que ama a cada uno de sus hijos y que se manifiesta, cada día, en las mil hermosuras de la creación.

Por otro lado, significa una aceptación del propio lugar en este universo de bellezas y de fuerzas no siempre controlables por el ser humano. Es cierto que la técnica ha logrado usar (a veces, mal usar o abusar) miles de realidades que hasta hace pocos siglos eran casi desconocidas. El uso industrial del petróleo, el aprovechamiento de la fuerza del viento, la manipulación (llena de peligros) de la energía nuclear, son algunos de esos ejemplos. Si, además, nos asomamos al mundo de la medicina, ¡cuántas enfermedades antes incurables tienen ahora un tratamiento adecuado!

Sin embargo, y a pesar de tantos progresos, mil variables escapan a nuestro control, mil sorpresas nos dicen que la vida no es algo sometible por entero a los instrumentos de los laboratorios más perfectos.

El “si Dios quiere” no es sólo reconocer ese indeterminismo que nos inquieta (a veces, que nos alegra: aquella enfermedad para la ciencia incurable, nos sorprende con una curación inesperada); es, sobre todo, reconocer que incluso en los mismos progresos de la ciencia se esconde siempre el proyecto de un Dios bueno.

“Si Dios quiere” hoy iré al trabajo, tendré un poco de buena comida en mi mesa, funcionará la computadora, no habrá cortes de corriente eléctrica, y podré visitar por la tarde a un amigo enfermo. “Si Dios quiere” hoy podré rezar y cantar un poco el amor de ese Dios que sueña en mí y al cual un día (el día que Dios quiera) podré ver cara a cara. “Si Dios quiere” llegará esa lluvia que deseamos desde hace meses, o brillará un sol que esperan miles de campesinos para los últimos trabajos antes de la cosecha.

“Si Dios quiere”, pondré a trabajar esa libertad que Él me ha dado con tanto amor, para que hoy, al menos hoy, un hombre o una mujer puedan sentir que el amor es más fuerte que la muerte, gracias a un gesto mío de generosidad, de perdón, de cariño sincero y fresco...