Clonación: ¿terapéutica o reproductiva?

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: catholic.net (con permiso del autor)



Casi todos están de acuerdo sobre este punto: hay que prohibir la clonación reproductiva de seres humanas. Pero, ¿habría que prohibir “también” o “incluso” la clonación terapéutica? Ante esta segunda pregunta, hay una enorme división de opiniones. La polémica se ha vuelto a encender con la posibilidad concreta de que un laboratorio de Gran Bretaña pueda iniciar los primeros experimentos de clonación terapéutica, según la noticia que ha llamado la atención de la prensa mundial en agosto de 2004.

La pregunta sobre la licitud de la clonación terapéutica a veces se planta de modo muy confuso, si es que no llega a poner las cosas al revés. Tal y como se presenta en algunos ambientes (con las palabras “también” o “incluso” que transcribimos antes), uno puede pensar que la clonación reproductiva es más mala y la terapéutica menos.

En realidad, es mucho más grave “fabricar” un ser humano destinado al desguace (clonación terapéutica) que “fabricarlo” y dejarlo nacer (clonación reproductiva). En otras palabras: crear un ser humano por clonación siempre está mal, pues nadie puede imponer una identidad genética a otro ser humano. Crear un ser humano por clonación para que luego sea usado por los laboratorios, sea despedazado para “beneficiar” a otros (eso es la clonación terapéutica), es algo mucho más grave y más injusto.

Hay que abrir los ojos para darnos cuenta de que algo anda mal en algunos gobiernos y en algunos laboratorios. No podemos quedarnos tranquilos si algunas personas del mundo de la política y de la ciencia permiten la clonación terapéutica, algo mucho más grave que la clonación reproductiva. Decir que la clonación terapéutica está mal porque luego llevará a permitir la clonación reproductiva es, por lo tanto, un argumento débil, pues da a entender que quien eso afirma ve como peor lo segundo que lo primero, cuando la realidad es precisamente la contraria.

Hay que reaccionar con un profundo amor al hombre, desde el primer momento de su concepción. Un amor al hombre que debe convertirse en el punto central para cualquier sistema de derecho que se base en un mínimo de justicia. No podemos ver con tranquilidad el que pronto algunos embriones clonados puedan ser “construidos” y luego usados como si fuesen seres humanos menos dignos de respeto que los demás seres humanos. Nadie puede ser reducido a un objeto, a servir como material de laboratorio, para el “progreso” de la ciencia.

La discusión sobre la clonación humana (terapéutica y reproductiva) y la postura adoptada por algunos países nos están mostrado hasta qué punto algunos creen que existen seres humanos menos dignos de respeto que los demás.

Si algún día un laboratorio llega a clonar a un miembro de nuestra especie humana, lo mínimo que podemos hacer por él es defender su vida y permitirle un nacimiento digno. Por el respeto que merece y por la dignidad y la ética que deberían poseer todos los científicos y los hombres de bien que quieren defender la vida de cada uno de los miembros de la familia humana.