Desde el paso del tiempo

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor) 

 

La vida se caracteriza por su dinamismo. Algo empieza, algo termina.

En el mundo de la materia nada parece estable. En el mundo de los corazones, el cambio precipita acontecimientos, destruye amistades, corroe afectos, desgasta.

Pero hay cosas que no pasan con el tiempo. Porque el mundo del espíritu toca algo de lo eterno.

El amor verdadero, la fidelidad sana de quien vive según ideales buenos, la opción por la justicia y la paz, el compromiso para servir a quienes están a nuestro lado: son estelas de luz que inician en el tiempo y que saltan hacia lo eterno.

En momentos de bonanza, o también en situaciones de inquietud, puedo preguntarme: ¿dónde está mi vida? ¿Cuál es el pasado que explica mi presente? ¿Hacia qué horizontes futuros dirijo mis pasos, mi corazón, mis propósitos?

El mundo gira sin detenerse. Los astros brillan inquietos en noches limpias, o desaparecen, humildes y sencillos, entre nubes de agua fecunda o entre sombras grises del aire contaminado por la mano humana.

Mi cuerpo no puede escapar a las leyes de la materia. Las células, y tantas bacterias amigas que viven en mi cuerpo, nacen y mueren, mientras el pelo se hace menos denso y los dientes dan señales de cansancio.

Hoy tengo un día abierto a las decisiones que salen de lo más hondo de mi alma. Hoy puedo escribir una página hermosa, grande, de amor y de servicio. Pero también puedo optar por lo malo, por lo triste, por lo oscuro de mi egoísmo.

El tiempo está ante los ojos de mi alma. Cada instante empieza algo nuevo. Quizá ahora cambiaré mi ruta y emprenderé un camino que lleva hacia lo verdadero.

Entonces dejaré egoísmos y descubriré el horizonte del amor y de la esperanza desde los rostros amigos de quienes viven a mi lado. Podré así mirar al cielo para reconocer que hay un Dios bueno que me espera, que me ama, que me ayuda. Basta abrirle las puertas mi alma para que entre y cure mi corazón enfermo...