Periodismo de acumulación de datos

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor) 

 

 

La convergencia de muchos datos y testimonios puede dar la idea de que algo es verdadero. Pero no siempre la acumulación es suficiente para llegar a una conclusión válida, es decir, verdadera o, por lo menos, muy cercana a la verdad.

Entre los periodistas existe el gusto por acumular datos. Para probar, por ejemplo, la culpabilidad de un empresario, se recoge información de algún empleado, del cajero de un banco, del inspector fiscal, de gente de la calle, y declaraciones de otras personas, algunas de las cuales no tienen nada que ver con los hechos pero que se sienten con capacidad de emitir juicios sobre casi todo.

El lector (o el oyente, o el espectador) analiza las informaciones ofrecidas y puede concluir: ese empresario es culpable. Las “pruebas” parecen suficientes y abundantes, y así uno queda contento y agradecido por el servicio ofrecido por el periodista al reunir tanto material, al acumular datos.

Otras veces se aplica el mismo método al campo religioso, para opinar sobre la Iglesia católica, sobre el Islam, sobre el judaísmo, sobre el hinduismo. Los datos llegan desde personas muy diferentes: un sacerdote peleado con su obispo, un famoso escritor de novelas, una persona con el título de teólogo y que se opone al Papa, un simple ciudadano que sale de una mezquita, etcétera.

En realidad, acumular informaciones de diferente calidad (buenas, regulares, malas), orientadas casi siempre hacia una misma dirección, no garantiza un mayor acceso a la verdad. Porque en ciertos ámbitos informativos, especialmente en el mundo humano de lo “posible” y de lo indeterminado, algunos informantes carecen de suficientes elementos de juicio para hablar con propiedad sobre ciertos temas, aunque crean que pueden dar sus opiniones y dar la apariencia de ofrecer “datos”.

Existen, gracias a Dios, otros “informantes” que sí son competentes, que saben de qué hablan. Por eso su testimonio vale la pena y orienta hacia la comprensión de la realidad.

Por eso, una de las principales tareas de un periodismo sano consiste en deslindar entre el testigo de valor, el que habla sin competencia, y el que lo hace simplemente por deseo de revancha o para obtener beneficios de tipo económico o político.

Hacer una tarea de discernimiento no es fácil. El periodista puede tener miedo de perder el número de entrevistados o de informantes, de dejar de lado algún nombre famoso, y de tener que dedicar más tiempo a realizar su reportaje. Pero si sabe escoger bien y calibrar los datos desde un sano criterio de discernimiento, ganará en calidad y en riqueza, que es lo que hace valioso y útil al periodismo basado en buenos principios éticos y en una selección bien pensada y justa de los datos.