Una voluntad que rompe la modorra

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Profesor de filosofía y bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

El análisis parece excelente. Veo la dificultad, percibo mis puntos débiles, reconozco los fracasos del pasado, siento ante mí miradas que me piden un cambio o que me paralizan. La conclusión, en cambio, es descorazonadora: no “puedo” dar un solo paso hacia el cambio.

El análisis parece excelente, pero no lo es. Porque dentro de mí hay un corazón que no se resigna al mal, que no quiere volver a ceder a la pereza, que busca modos para dejar el vicio y emprender el camino que lleva a la virtud. Porque todavía la voluntad puede ir más allá de mis “conclusiones” para catapultarme hacia un cambio mucho más profundo.

Todos tenemos una voluntad magnífica. Es un don de Dios, que nos permite levantarnos en la mañana, vivir los compromisos de cada día, dejar de lado egoísmos miserables, empezar a servir a los que viven a nuestro lado.

Es un don que, por desgracia, muchas veces está herido: por mis pecados, por mis perezas, por mi egoísmo, por mi apatía, por mi miedo a “perder”. Es un don que puede ser curado si dejamos que Cristo nos perdone en la confesión, nos levante, nos ayude, nos pida nuevamente caminar.

No puedo enterrar ese regalo maravilloso que Dios me ha dado. No puedo esconderme en lo oscuro de la tibieza para dejar la situación igual que antes. No puedo permitir que la corriente me arrastre y me lleve a cloacas de cobardía y de miseria.

Desde el amor de Dios hoy esa voluntad puede salir de su modorra, puede hacer que los talentos den su fruto, puede convertirme en un obrero generoso y fiel en un mundo necesitado de corazones decididos y llenos de esperanza.