La injusticia totalitaria del “hijo único”

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

La serie de terremotos que azotó varias provincias en China desde el 12 de mayo de 2008 ha provocado miles de muertos, entre ellos muchos niños.

Las autoridades buscan paliar el dolor de las familias que han perdido a su único hijo con una medida concreta, extraordinaria: permitirles el nacimiento de un segundo hijo.

Esta medida, sin embargo, muestra uno de los extremos propios de las sociedades totalitarias. Porque el número de hijos que acogen unos esposos no es algo que dependa del poder estatal ni depende de “permisos oficiales”. Es, más bien, un derecho propio y exclusivo de la familia.

El hecho de que existan países con políticas de control natal debería suscitar en la comunidad internacional una reacción profunda de rechazo. El nacimiento de los hijos no puede quedar regulado por las leyes. Ningún gobernante debería impedir a los esposos el abrirse a la llegada de varios hijos.

Mientras surgen campañas internacionales que invierten importantes sumas de dinero para salvar a las ballenas o para proteger algunas especies de plantas, sorprende el silencio casi universal ante quienes atentan contra derechos humanos fundamentales. Algo va muy mal en un mundo donde existen gobiernos totalitarios que oprimen a la familia en su riqueza más profunda: la apertura a la llegada (sin restricciones) de nuevos hijos.