Noticias ocultas

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

La prensa amplifica los hechos hasta dimensiones mundiales. Una niña desaparecida, un crimen misterioso, un robo “perfecto”, la muerte de un personaje famoso, se convierten en centro de atención de millones y millones de personas.

El mundo de la información nos llena de ansiedades, nos obsesiona con noticias, insinuaciones, sospechas, intrigas. Muchas veces, con o sin intención, nos aturden y absorben detrás de noticias que nunca lo habrían sido sin la ayuda de un primer periodista hambriento de misterios y de intrigas.

En cambio, miles de hechos sencillos o grandes, perniciosos o benéficos, quedan ocultos para los grandes medios informativos. En muchos casos, el ocultamiento de un hecho es motivo de descanso y de paz: no es nada fácil soportar el asedio de fotógrafos y periodistas que buscan ansiosamente arrojar nuevos detalles para una opinión pública hambrienta de noticias.

Por desgracia, en muchos casos gozan del anonimato informativo agentes del mal, delincuentes ocultos, promotores de la injusticia: viven tranquilamente sin fama, sin fotos, sin noticias.

En el mundo de la noticia escandalosa, de los misterios macabros, de las indiscreciones sobre los famosos, corremos el peligro de vivir mirando hacia fuera y de olvidar lo que pasa en nuestros corazones y en tantos corazones de quienes viven a nuestro lado.

Mientras las noticias llenan los teletipos y los noticieros de radio, televisión e internet; mientras los corazones se preguntan si la niña supuestamente secuestrada sigue viva o murió quizá en manos de un loco despiadado; mientras los aficionados lloran la muerte de un famoso cantante, de un futbolista renombrado; mientras los noticieros nos borbandean incansablemente con hechos grandes o pequeños, miles de seres humanos optan, cada minuto, entre el bien o el mal.

Un esposo hoy ha vuelto a traicionar a los suyos, mientras una esposa acaba de volver al hogar para pedir perdón a su marido y a sus hijos abandonados. Un militar ha decidido no asesinar injustamente a un prisionero, mientras unos ladrones han robado a una pobre anciana que vive olvidada en una zona de chabolas. Un niño ha dado los ahorros de su hucha a un pobre fuera de la parroquia, mientras los políticos de un parlamento deciden, como si se tratase de una rutina, ampliar las facilidades para el aborto (un crimen abominable) “legal”.

El mundo se construye, la historia avanza, desde miles de noticias ocultas. Unos deciden construir familias y sociedades más buenas. Otros optan por seguir la voz del egoísmo, de la pereza, del orgullo, de la injusticia.

Una de las noticias más grandes, más bellas, capaz de cambiar corazones y familias enteras, se produce en la penumbra de un confesionario. Un hombre hasta ahora miserable pide perdón a Dios, recibe un abrazo de misericordia, produce una revolución inmensa en nuestra tierra inquieta.

Mientras los periodistas y fotógrafos persiguen a un pobre hombre convertido sin quererlo en centro de atención del mundo, los ángeles dan gritos de fiesta en lo más alto de los cielos. Porque alguien ha recuperado la paz, ha recibido el perdón de Cristo, ha empezado a caminar con el corazón lleno de gratitud y de esperanza.