Disponible A

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: es.catholic.net (con permiso del autor)

 

 

Un grupo de ángeles jóvenes acaban de recibir su misión para la próxima semana: encontrar hombres y mujeres disponibles para realizar la Voluntad de Dios.

Antes de partir hacia la Tierra, se reúnen con un arcángel veterano. Les explica lo complicados que son los seres humanos, las pegas que ponen cuando se les pide un favor, lo mucho que se autolimitan porque miran sólo sus defectos y se olvidan de Dios...

“Vais a encontrar muchas personas que buscan miles de excusas para no hacer nada. Peor aún: además de no hacer nada, no dejan hacer nada a los demás...

Pero dejad de lado a quienes son poco generosos. Vosotros tenéis que buscar a personas «disponibles A». Es decir, a mujeres y hombres dispuestos a todo, sea lo que sea, cueste lo que cueste, pase lo que pase”.

Un ángel con cara de pícaro salta con la pregunta que muchos esperaban:

“¿Y cómo se sabe que un humano es disponible A?”

El arcángel está contento. Su conferencia acaba de suscitar la pregunta que necesitaba para seguir adelante.

“La primera característica del disponible A es su humildad. Reconoce que es un ser frágil. Todos los humanos son débiles, y tenéis que ser comprensivos, porque no son espíritus puros. No os podéis imaginar lo fuerte que es la gravedad para quienes viven siempre con el cuerpo, ni suponer la enorme fuerza de las pasiones que llevan dentro quienes conviven con la carne.

Pero el humilde, que sabe que es frágil, que reconoce que puede pecar una y mil veces, no pone excusas, no pacta con su pereza, no se rinde ante las caídas. Porque es humilde, pide perdón, y empieza de nuevo, una y otra vez. Mira más a Dios que a su pecado.

Esto es posible porque se ha dado cuenta de que por sí solo no puede nada, pero que con Dios todo lo puede. Entonces está preparado para tender su mano a Dios y dejarse llevar, poco a poco, por los caminos del Amor.

La segunda característica es el espíritu de oración. Orar no es decir muchas palabras. Jesús explicó eso, pero a los hombres les cuesta entenderlo. Orar es una actitud profunda en la que uno se pone ante Dios y le dice: aquí estoy, ayúdame a buscarte, dame un corazón grande para amarte, enséñame a descubrir tu plan maravilloso sobre mi vida y sobre la vida de cada ser humano.

Quien reza así, quien se toma en serio el Padrenuestro, puede entrar sin problemas en la lista de los disponibles A.

La tercera característica es la alegría. Llegáis a un joven y le decís que Dios lo llama para ser sacerdote, o llegáis con una joven y le decís que Dios la desea consagrada en alguna congregación religiosa. Entonces, una de dos: o quien recibe esta noticia estupenda se pone triste porque piensa en las «muchas cosas» (que, entre nosotros, valen muy poco) que dejará; o se pone alegre porque acaba de descubrir que Dios quiere su inutilidad para hacer maravillas. Sus manos repartirán bendiciones, su boca explicará el Evangelio, su vida entera se pondrá en manos de Dios para decir a miles de personas que Dios les ama.

La cuarta característica es la confianza. El disponible sabe que lo principal en la vida no es obra de uno, sino de Dios. Por eso no se esconde en la tristemente famosa frase «yo no puedo»... ¡Claro que no pueden, pobres humanos! Si nacieron con el pecado original... Pero Dios sí puede. Cuando uno ve, aunque sea por unos segundos, lo maravillosamente potente que es Dios, vive con mucha confianza en Él, y empieza a sembrar esperanzas y Evangelio por todos los caminos del mundo.

La quinta característica es el amor. El amor es lo primero en importancia, pero lo hemos dejado para el final porque así quedará más grabado en vuestras mentes angélicas. Sí, ya sé que no se os olvidan las cosas, pero allá en la Tierra, con tanta televisión y con los i-pods igual algún ángel emisario se distrae un poco...

El amor hace que uno corra, vuele, acepte todo. El amor da alas a los hombres (aunque la gravedad siga allí, cada mañana, a la hora de levantarse) y les permite hacer maravillas. El amor les hace vivir para los otros y les lleva a olvidarse de sí mismos. El amor embellece el corazón del disponible y lo lleva a construir edificios sin dinero, a hablar a multitudes sin estudios, a mover los corazones aunque tenga una voz un poco chirriante, a derramar lágrimas en asesinos despiadados, a curar y atender a enfermos sin estudios de medicina. El amor es el camino del generoso, del disponible, del santo”.

Los ángeles jóvenes siguen la explicación absortos. Uno de ellos ha percibido, a lo lejos, el velo de la Madre de Jesús.

Para los ángeles, ver a la Virgen es una fiesta. Para ese ángel joven ha sido, además, un descubrimiento extasiante: ¡ya sabe cómo es alguien disponible A! Será como María, que ha sido, es y será el mejor modelo de lo que es vivir y morir disponibles, de lo que significa decir, con sencillez y alegría, las palabras que cambiaron la historia humana: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).