Camino incierto

Autor: Padre Fernando Pascual, L.C.

Fuente: Fuente: catholic.net (con permiso del autor)

 

 

La rutina engaña. Porque nos hace pensar que todo seguirá igual: mañana, pasado mañana, en un mes, el próximo año. Porque deja la sensación de que las cosas y las situaciones no se modifican, de que no habrá nada que cambie el curso del camino de la vida.

Pero un día el engaño se disuelve. Tal vez por un pequeño o por un grave accidente, por un problema en el trabajo, por un aviso del banco que tiene las cuentas en rojo, por una llamada telefónica que nos da la noticia que menos sospechábamos...

La vida es siempre un camino incierto. Cada minuto, cada hora, está puesta en nuestras manos. Muchas veces decidimos el futuro. Otras veces somos víctimas, seres frágiles sometidos a los golpes que llegan de mil modos imprevistos. Pero siempre podemos tomar una actitud buena, llena de esperanza y radiante de amor, ante los turbulentos avatares de la vida.

Cada momento me pone nuevos retos. Me pide una respuesta, me invita a ser bueno, me permite mejorar algo en la casa o en el trabajo, entre los amigos o entre gente desconocida que se cruza por la calle. Cada instante me suplica que no me deje vencer por egoísmos, envidias o perezas, que sea valiente para decir “no” a quien propone negocios deshonestos, para superar tentaciones que dan placeres fáciles y producen luego heridas que se curan muy lentamente...

El camino está ahí, ante mis manos, mis ojos, mis pensamientos, mi corazón. A cada paso escribo una biografía que nadie podrá borrar, que hará surgir un poco de bien o más daño entre el mucho que abunda en nuestro mundo de lágrimas amargas.

La hora final, el cierre del libro terreno, llegará un día. Tras la frontera, nos espera un Dios bueno, que anhelaba mi regreso, que suplicaba mi arrepentimiento, que me ofrecía tantas señales para enseñarme a mirar más lejos, que me invitaba a dejar egoísmos para vivir según la ley que rige todo el universo: amar como Cristo, hasta dar la vida. Entonces, el camino incierto se convertirá en luz intensa, porque reflejará la belleza del Dios bueno, Amigo del hombre y Salvador del mundo.