«Semillas de esperanza»

Odres nuevos

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

«Nadie echa vino nuevo en odres viejos; pues de otro modo, el vino reventaría los odres, y se echarían a perder tanto el vino como los odres; el vino nuevo, en odres nuevos» (Mc 2,22). Para quienes jamás hemos visto un odre o ignoramos los procesos de elaboración del vino, tal ejemplo nos resulta poco iluminador. Si Jesucristo hubiera predicado en este tiempo, nos habría dicho: «nadie instala Windows XP en una computadora 286».

Se trata, entonces, de la relación entre software (líquido, sistema operativo) y hardware (recipiente, procesador). A vino nuevo, odres nuevos; a Windows XP, procesador Pentium 4.

Con el paso del tiempo todo odre envejece. Nuestra flamante computadora, con todos sus adelantos, dentro de diez años será obsoleta e inútil. Nuestra mente, apegada a sus respuestas o seducida por la seguridad, quizá se oponga a buscar una vez más la verdad; nuestro corazón, acostumbrado a lo familiar o endurecido por el egoísmo, se resistirá a arriesgarse nuevamente a amar.

El Evangelio siempre es vino nuevo. Es como un programa de cómputo del que cada día sale una versión actualizada, que implica mayores requisitos del sistema. Por eso, para poder acoger cada día el mensaje de Jesucristo, los creyentes debemos vivir en una constante conversión.

A muchas computadoras se les cambia el procesador o el disco duro, se les aumenta la memoria RAM… para que puedan correr los nuevos programas. La renovación de nuestro hardware la puede hacer cada día —si se lo permitimos— el Espíritu Santo. Él es capaz de abrir nuestra mente y de darnos un corazón nuevo.

Los cristianos hemos de ser odres nuevos que no revienten ante las exigencias del Evangelio; recipientes que puedan llevar a los hombres y mujeres de hoy, de manera completa y eficaz, el vino nuevo de Jesucristo.