«Semillas de esperanza»

Incertidumbre

Autor: Padre Fernando Torre, msps.

 

 

Hoy es 30 de enero de 2004; estoy en la Casa General. Mañana salgo para Valle de Bravo para participar en el Capítulo General de mi Congregación. Se calcula que durará todo el mes de febrero. Concluyo la misión que hace seis años recibí: ser Consejero y Secretario General. No sé lo que será de mí dentro de un mes; todo es posible: que siga en el Consejo General, que me manden a Tijuana, a Milán…

¡Qué molesta me es la incertidumbre! Puesto que no sé dónde pararé, no puedo prepararme anímicamente. Esto exige de mí disponibilidad y fe para aceptar lo que Dios quiera.

No sé qué hacer conmigo. Estoy atenazado por el tedio. Estoy cansado, pues tuve mucho trabajo para preparar el Capítulo General; pero esa no es la razón de mi malestar. He estado comiendo compulsivamente, como si quisiera llenar así el vacío que experimento.

No estoy triste; creo que lo estaría si supiera que iba a dejar esta casa. No estoy ilusionado; creo que lo estaría si supiera cuál iba a ser mi nueva misión.

Hace una semana me reuní con las cuatro secretarias que colaboran conmigo, para cerrar asuntos del trabajo y motivarlas a recibir al nuevo Secretario General. Ellas tampoco saben qué hacer conmigo. Desde hace varias semanas, una de ellas me repite que quiere que yo regrese. Me debería halagar su deseo pero, al contrario, me incomoda; hoy ya no me contuve y le expresé mi malestar por su insistencia. No quiero volver, pero tampoco quiero otra cosa. ¡Qué fastidio!

Hoy en mi oración le repetía a Dios: «dame paciencia para soportarme a mí mismo» y «todas mis ansias están en tu presencia» (Sal 38,10).

Sin duda que tú y yo, en el futuro, pasaremos por momentos de incertidumbre. ¡Aprovechémoslos! Son una oportunidad privilegiada para conocer y aceptar nuestra miseria y para aprender a confiar en Dios.