«Semillas de esperanza»

Felicidad Egoísta

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

Todos deseamos la felicidad. En lo más íntimo de nuestro ser hay un anhelo de alegría y plenitud.

Pero qué peligrosa es la expresión: «yo quiero ser feliz». En nombre de la felicidad explotamos a los demás, destruimos la naturaleza, manipulamos a Dios. Con tal de conseguir “la felicidad” nos drogamos, traicionamos a los amigos, pisoteamos nuestros valores…

Hemos confundido la felicidad con el placer; la alegría, con la emoción intensa o la carcajada; la plenitud, con la comodidad.

Dios puso en nosotros el deseo de ser felices. Pero, ¿qué entendemos por felicidad?

De ordinario, nuestro concepto de felicidad es muy individualista: «quiero mi felicidad»; muy inmediato: «deseo ser feliz ahora»; muy materialista: «busco dinero, fama…». En definitiva, una felicidad egoísta.

También hay quienes conciben su felicidad de manera interpersonal (tener amigos), intelectual (obtener un título) o incluso espiritual (llevar una buena relación con Dios). Pero esta forma de entender la felicidad también puede estar infectada de egoísmo.

¿Cómo gozar de la compañía de mi familia, sin inquietarme de que haya “niños de la calle”? ¿Cómo saborear mi comida, indiferente a que hoy muchas personas morirán de hambre? ¿Cómo pasarme una tarde leyendo, sin sentir el peso de que haya analfabetas? ¿Cómo disfrutar tranquilamente de mi felicidad, cuando hay tantos desempleados, cuando se discrimina a las mujeres, cuando millones de personas no tienen acceso a servicios de salud, cuando mueren tantos en las guerras, cuando hay personas que no conocen a Dios?

Nada más contrario al proyecto de Dios que buscar egoístamente la propia felicidad, para disfrutarla a solas. Lo que Dios quiere es que procuremos la felicidad de todos, la de los demás y la nuestra, para que todos seamos felices en familia.