«Semillas de esperanza»
Líder

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

Sin líder, la masa nunca llegará a ser grupo. Un elemento esencial en todo conjunto de personas es el liderazgo, sea formal o informal. Hay diversas maneras de ejercerlo: autoritario, democrático, paternalista…

El liderazgo no es sólo una capacidad o carisma personal; se requiere además el reconocimiento del grupo. Nadie es jefe, por decisión propia; se convierte en autoridad, porque el grupo lo aceptó como tal. Para llegar a ser dirigente, la persona necesitó haber superado algunas pruebas, explícitas o implícitas, puestas por el grupo. Por otra parte, el liderazgo es inestable; se puede perder cuando el grupo siente desconfianza y retira el apoyo.

El guía tiene capacidad para influir en los demás, para motivarlos y orientarlos. Pero los miembros del grupo estarán dispuestos a recibir su influjo, sólo si —por su sabiduría, fuerza o virtud— es considerado digno de confianza.

La relación con la cabeza siempre es importante para los miembros de un grupo. Ser aceptado o rechazado por la autoridad afecta a la propia imagen y al sentido de pertenencia.

Una tarea ineludible para todo país, empresa o asociación es formar a sus directivos, tanto los actuales como los futuros, pues de ellos depende en gran parte la eficacia de la institución.

Los líderes —sean padres de familia, gobernantes, educadores o dirigentes religiosos— tienen una gran responsabilidad, pues, por la capacidad de influir, van imprimiendo sus propios rasgos y valores en los grupos.

Cuatro tentaciones que siempre acechan a quien tiene el poder son: el ansia de popularidad, la hipocresía, el autoritarismo y el deseo de perpetuarse.

Es indispensable que el líder tenga visión de lo que se debe hacer, prudencia para planear la mejor manera de realizarlo, y audacia para lanzarse a actuar en el momento oportuno.