«Semillas de esperanza»
Resucitó

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

Hay quienes piensan que la muerte de Jesús fue en vano, y su resurrección, una fantasía, pues el mundo sigue lleno de odio, tristeza, egoísmo y desesperanza.

Los cristianos creemos que la resurrección de Jesucristo transformó nuestra vida y cambió el sentido de la historia. Si no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe, estériles nuestros esfuerzos por construir un mundo más justo y fraterno, ilusoria nuestra esperanza de vida eterna (cf. 1Co 15,17).

La resurrección no es un hecho aislado en la vida de Jesús; está vinculada, hacia el pasado, con su encarnación, vida oculta, vida pública, pasión y muerte; y hacia el futuro, con la ascensión, la glorificación a la derecha del Padre y el envío del Espíritu Santo.

¡Jesucristo resucitó! Ha vencido al pecado y a la muerte. Somos libres. Tenemos vida nueva.

Cada año celebramos la Pascua. No es el recuerdo de un hecho pasado, sino la actualización de la muerte y resurrección de Jesucristo. Es un morir con Cristo, a fin de vivir para él, con él y como él.

El Resucitado se nos manifiesta de múltiples maneras, para que tengamos un encuentro vivo con él. Nos comunica su Espíritu Santo. Este Espíritu nos lanza a anunciar a todos la buena noticia de la resurrección y nos capacita para construir el Reino.

Nuestro mundo, que parece agonizar, necesita escuchar el anuncio gozoso de la resurrección de Jesucristo. Sin embargo, las gentes ya están cansadas de palabras; lo único que puede convencerlas de la realidad de la resurrección es que los cristianos rebosemos de amor y alegría, de solidaridad y esperanza; que vivamos como personas resucitadas.

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