«Semillas de esperanza»
Dios no me ama

Autor: Padre Fernando Torre, msps. 

 

 

Como sacerdote, muchas veces he escuchado a personas que se quejan de que Dios no las ama. Hay en sus palabras un tono de tristeza y amargura.

Pienso que Dios, al escuchar esta queja, debe sentir frustración y asombro. Me imagino que exclama con ternura: «¡Cómo que no te amo!, si te amo hasta el extremo, si te amo como nunca soñaste ser amado. ¿Por qué no has percibido mi amor?, si te lo he manifestado a lo largo de tu vida, si a cada instante te grito que te amo. Ten fe en que desde siempre te he amado y por siempre te amaré. Lo que más quiero es que disfrutes mi amor por ti».

La frase “Dios no me ama” revela mis sentimientos de inferioridad: «Valgo tan poco que soy indigno de ser amado gratuitamente». También puede manifestar una culpa angustiosa: «Soy tan malo que Dios no puede amarme». Pero, sobre todo, revela una deformación de la imagen de Dios, al considerarlo incapaz de amarme como soy.

La raíz de esta falta de fe en el amor de Dios podemos encontrarla en una deficiente educación familiar o eclesial, que no supo enseñarnos a percibir y acoger el amor de Dios. También en que confundimos el amor con la experiencia sensible: «Dios no me ama, pues yo no siento su amor». Su origen también puede estar en una idea equivocada, pues pensamos que el amor de Dios debería manifestarse en bienestar material, salud, éxito… «Si Dios me amara, no habría permitido que mi hija muriera, que yo tuviera ese accidente, que me hubieran despedido del trabajo».

Deja de decir que Dios no te ama. Abre tu corazón para acoger su amor, y disfrútalo.

¡Dios me ama! Ésta es mi mayor certeza; es el cimiento de mi persona, la razón de mi esperanza, el semillero de mis proyectos, el motor de mis acciones, la fuente de mi alegría.