«Semillas de esperanza»
Se solicitan albañiles protestantes

Autor: Padre Fernando Torre, msps.  

 

 

Don Mario de Gasperín, obispo de Querétaro, comenzó su homilía diciendo: «Se solicitan albañiles protestantes».

Dijo que había visto esta frase en un letrero colocado afuera de un edificio en construcción. Se acercó a la obra y preguntó:

—¿Por qué los albañiles tienen que ser protestantes?

—Porque los protestantes no se emborrachan. Los católicos, en cambio, se emborrachan el fin de semana y no vienen a trabajar los lunes. Dicen que hacen “San Lunes”.

El obispo no preguntó más.

 

Desgraciadamente esta apreciación es verdadera. En muchos casos los católicos, y no sólo los albañiles, somos incoherentes. Qué pena que seamos excluidos por no vivir auténticamente como discípulos de Jesús.

Como católicos, nuestro primer compromiso consiste en «ser lo que somos»: vivir con verdad los compromisos de nuestro bautismo. Si somos hijos de Dios, vivamos como hijos de Dios. Si somos hermanos y servidores de todos, amemos y entreguemos nuestra vida.

 

Al ser interrogados sobre su religión, muchas personas responden: «Soy cristiano, pero no practicante». Esta manera de hablar revela una concepción equivocada de la vida cristiana.

Si yo no vivo como cristiano, no soy cristiano; aunque tenga acta de bautismo, aunque traiga una cruz al pecho, aunque pertenezca a una asociación católica, aunque sea sacerdote. Ya lo decía Jesús: «En esto conocerán todos que ustedes son discípulos míos, en que se tienen amor los unos a los otros» (Jn 13, 35).

Ser cristiano no es un título que se adquiere de una vez por todas, como ser mexicano o ser ingeniero. Más bien es algo dinámico: soy concertista, soy deportista, soy una persona sana… Si un jugador de fútbol quedara paralítico debería decir: «Yo era futbolista». Si un bautizado dejara de vivir como cristiano, debería decir: «Yo era cristiano».

Soy cristiano en la medida en que vivo como cristiano.

 

Si los católicos seguimos siendo incoherentes, el caso de los albañiles se podría extender a otros:

Þ      Se solicitan gobernantes no-católicos, que no sean corruptos ni busquen su enriquecimiento personal.

Þ      Se solicitan abogados no-católicos, que cumplan las leyes y trabajen por la verdad y la justicia.

Þ      Se solicitan médicos no-católicos, que no realicen abortos.

Þ      Se solicitan maestros no-católicos, que preparen sus clases y se interesen por sus alumnos.

Þ      Se solicitan obreros no-católicos, que hagan bien su trabajo y luchen por superarse.

Þ      Se solicitan empresarios no-católicos, que no exploten a sus obreros.

Þ      Se solicitan comerciantes no-católicos, que no engañen a sus clientes.

Þ    Se solicitan esposos no-católicos, que se amen, se respeten y sean fieles.

Þ      Se solicitan padres de familia no-católicos, que eduquen a sus hijos y les infundan los valores cristianos.

Þ     Se solicitan jóvenes no-católicos, que amen la vida, no consuman drogas y anhelen entregarse a los demás.

Þ      Se solicitan laicos no-católicos, que lean la Biblia y sean fermento del Reino en el mundo.

Þ     Se solicitan religiosos no-católicos, que vivan la fraternidad, el trabajo y la oración (he ahí la comunidad de Taizé).

Þ     Se solicitan sacerdotes no-católicos, que prediquen la Palabra de Dios, que realicen con fe y entusiasmo las celebraciones litúrgicas y que sirvan a la comunidad.

Þ      Se solicitan cristianos no-católicos, que vivan como verdaderos discípulos de Jesús.

 

De nosotros, católicos, depende que el adjetivo “católico” no llegue a ser sinónimo de incoherencia, hipocresía y falsedad.

De nosotros depende que ser católico no sea motivo suficiente para ser excluido.