“Reza a tu Padre, que está en lo escondido”
(Mt 6,6).
Felipe Santos, SDB
Los caminos que regala el Espíritu son gratuitos y
aparecen con un cierto aire de anonimato. Nacen en
lo escondido y solo Dios, que los hace brotar en lo
escondido, los mira con delicadeza y ternura.
Limpia tus gestos, deja que el aire fresco purifique
tus actitudes. Haz de tu vida un espacio para el
amor y no para la ostentación.
Saber que tú me miras, me basta. Libérame, Señor,
de la búsqueda del aplauso. Que los demás solo
vean en mí tu huella de compasión y de alegría.
Dice un refrán árabe que Dios lo ve todo, hasta una
hormiga negra, sobre un mármol negro, en una noche
oscura. Jesús dice que el Padre Dios ve en lo más
profundo de nuestros corazones, allí donde el orgullo y la
vanidad no pueden estropear la gratuidad de nuestro amor.
En espiritualidad se enseña que, cuando estamos en
situaciones de crisis o conflictos, practiquemos la “oración
de transparencia”. Nos colocamos en la presencia de Dios,
transparentes, dejando que él lo mire todo. Él “ve” lo que
hay en el fondo de nuestra oración, ayuno y limosna
cuaresmales. Su mirada nos saca de nuestros escondrijos,
escudriña los rincones más ocultos, él lo ve todo y
descubre nuestros egoísmos, disimulos e hipocresías. De
esa vergüenza nos salva el saber que quien nos está
mirando así, a corazón abierto, es nuestro Padre, el Abba
de Jesús, el que puede perdonarnos y sanarnos; y esto nos
ayuda a abrirnos a su amor tan gratuito y generoso. Hoy es
Miércoles de Ceniza. Abramos con sencillez el corazón a
Dios, que nos espera en “lo secreto”, allí donde somos
auténticamente nosotros mismos. Tal vez éste sea un buen
punto de partida para una conversión sincera en este
tiempo de Cuaresma, tiempo de cambio y conversión.