“¿Qué hará al dueño de la viña?” (Mc 12,9)
Felipe Santos, SDB
¿Qué hará el Padre ante tantas injusticias cometidas
contra los más pequeños? ¿Dónde quedará tanto
amor sembrado en la humanidad? ¿A quiénes dará
su luz y su amor para que produzcan frutos de
justicia en el mundo? Deja que esta pregunta te
alcance. Dios está en las preguntas hondas.
Señor, ¿quién conoce los designios de tu corazón?
Pongo este día en tus manos.
Quiero caminar contigo.
Me coloco en medio de todos como quien sirve.
En esta parábola durísima, Jesús llama asesinos a los
dirigentes religiosos. Se lo merecían. Estaban asesinando
al pueblo con leyes y decretos que lo inmovilizaban,
fanatizaban, le lavaban el cerebro, le encorvaban
cruelmente. La Ley y el Templo se habían trasformado en
verdaderas sanguijuelas que chupaban la sangre del
cuerpo y del alma de los pobres, sus víctimas. A lo largo de
la historia habían matado a los profetas, portavoces del
Dios Liberador de los pobres. Ahora quieren matar a Jesús,
el heredero. Pero Jesús es la piedra angular, la que
sostiene el edificio. Y en esta piedra tropezaron, porque,
aunque ellos de hecho lo asesinaron en la cruz, el Padre
Dios lo resucitó de entre los muertos y lo restableció a la
vida para siempre. A él primero, y con él a todas las
víctimas de todos los sistemas asesinos de todos los
tiempos a causa de la fe. Pidamos al Señor que sepamos
hacer de Jesús la piedra angular, la viga central del edificio
de nuestras vidas; que sea nuestro sostén todos los días y
en todas las opciones de nuestra vida.