“¡Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz
unos con otros” (Mc 9, 50)
Felipe Santos, SDB
Seguir a Jesús requiere sacrificio y superación de
todo lo que rompe la comunión, y destruye la
fraternidad. La amistad ha de ser un elemento
esencial en la comunidad, que debe anunciar la paz
recibida del Resucitado.
Cada día me acerco a tu fuente, Señor,
para aprender a amar.
Tu Espíritu me acompaña.
Este relato gira alrededor del “escándalo”, que significa ser
obstáculo o tropiezo en el camino de fe de alguien, en especial de
los “pequeños”, que pueden ser aquellos que han aprendido a
hacerse como niños para entrar en el Reino o los pobres, los
humildes, los más indefensos de la comunidad. Por lo que indica
el texto, el proceso de fe de cada uno de los creyentes es un
tesoro, es un don otorgado por Dios que se debe cuidar y
alimentar, al que nadie tiene derecho de poner en peligro; por eso,
el evangelista afirma que a quien escandaliza “más le valdría que
le atasen una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar”. En
el mismo sentido se entienden los dichos referentes a la
amputación de algunos miembros del cuerpo, hipérbole que
emplea Jesús para exhortar a sus discípulos a alejarse del pecado
y la tentación, con el fin de preservar la fe y mantenerse en el
camino del Reino. El relato, entonces, nos invita a renunciar a
todo tipo de egoísmo y búsqueda de poder, y abrazar con
fidelidad el camino de la fe, el cual se cultiva a través de la
oración y el amor a los hermanos.