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BIBLIA, INFIERNO Y DIABLO .
El Antiguo y el Nuevo Testamento, si queremos hablar de Religión con sentido,
tenemos que leerlos diariamente con el corazón más que con la cabeza. Ambos
están llenos de palabras que hablan del cielo, del infierno, de Dios y del diablo ,
de ángeles buenos y ángeles malos, de los Diez Mandamientos y de las
Bienaventuranzas, de la muerte de cada hombre y del fin del mundo, de las
postrimerías . Nos habla también de las tentaciones o esfuerzos del diablo para
separarnos de Dios y de otras muchas cosas.
Un buen católico no tiene alternativas ¿ O cree en todas las verdades reveladas o
no cree en ninguna. No le está dado elegir: esta si, esta no. Tampoco le está
permitido buscar subterfugios y falsas razones para vivir como mejor le parezca.
Si así hace, debería tenerse el coraje de no llamarse católico. En la Iglesia
católica hay un único Jefe, puesto por Cristo, al que hay que obedecer sin
pamplinas. Caso contrario, ese católico llámese como quiera, pero no católico.
Hay mucho donde elegir en democracia desde que priva el Relativismo Moral,
que todo lo justifica. Si no se va, debería ser expulsado de la Iglesia, pues no es
católico. Aunque como persona nos merezca todos los respetos.
El diablo ha conseguido crear el ambiente de que no existe ni él ni Dios. Y este
ambiente arrastra y acobarda a muchos cristianos que no saben donde meterse
para disimular su condición. Es a Cristo a quien tienen que contentar, no a los
hombres, y mucho menos a los monaguillos del diablo . Por salud mental y por
miedo al más allá deberían, por lo menos, dudar de “sus dogmas materialistas” y
de su “Religin Universal sin Dios”, por que ¿ Y si tiene razn la Iglesia de
Pedro?
Son muchos los ateos célebres que, cuando han visto, moribundos, aparecer en
la puerta de su alcoba “al de la guadaa” , han tenido el valor de pedir – por si
las moscas- temblorosos, humildes y contritos confesión y comunión, que se les
ha dado con alegría. Por todos ellos reza la Iglesia diariamente; pero sería mejor
que los no creyentes hicieran algo por su propia alma; por ejemplo, dejar de
blasfemar estúpidamente, negocio en el que todo son pérdidas. No esperemos
al último de nuestros días, pues cada uno suele morir como vive. Y tampoco
nos engañemos, en Dios creen hasta los ateos.
Mérida (España), 23 de febrero de 2011
Alejo Fernández Pérez
Alejo1926@gmail.com
http://www.autorescatolicos.org/alejofernandezperez.htm