¿CUÁL ES LA PALABRA MÁS IMPORTANTE DE LA BIBLIA?
Consulta y respuesta
Felipe Santos, SDB
Al teólogo Karl Barth le preguntaron cuál es la palabra
más importante en la Biblia. El gran pensador respondió,
"Hiper".
Usted podría haber pensado que él hubiera dicho, "amor",
o ágape, pero no lo hizo. Eligió una preposición Griega
utilizada en el Nuevo Testamento que significa "en
nombre de," o "en lugar de" otro.
Esta es la palabra más importante porque significa que la
muerte de Jesús fue en nuestro lugar y por nosotros. Él
murió para que nosotros no tengamos que morir
espiritualmente y estemos separados de Dios eternamente
en el infierno.
¿Por qué es tan importante esta palabra, y por qué
debemos recordarnos a nosotros mismos esta a menudo?
Jesucristo murió por mí. Él murió en el "nombre de" o "en
lugar de" el creyente.
Los muchos pasajes donde esta preposición es utilizada
declaran, "Usted no tiene un problema demasiado grande
para que el poder de Cristo lo conquiste. . . Usted no tiene
un pecado demasiado profundo para que la sangre
expiatoria de Cristo lo limpie”.
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo
murió por los impíos" (Romanos 5,6). En el versículo
ocho, el apóstol Pablo escribe: " Mas Dios muestra su
amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros" (Romanos 5,8).
Es evidente que la muerte de Cristo fue un sustituto de la
muerte, una muerte en lugar de otros como se indica en
estos versos. Jesucristo murió "en nombre de" o "en el
lugar de" el pecador. Él murió como nuestro sustituto. No
cabe duda de que ese es el significado de estos versos.
Esto ocurre cuatro veces en vv. 6-8. El que actúa en
nombre de otro toma su lugar. Eso es exactamente lo que
Jesús hizo por nosotros cuando murió en la cruz. De
hecho, el apóstol Pablo a menudo utiliza la preposición
hiper para expresar la verdad de que la muerte de Cristo
era sustituta (1 Tim. 2,6, 1 Tes. 5,10; Gál. 2,20; 3,13; Tito
2,14; 2 Cor. 5,14-15, 1 Cor. 15,3; Rom. 14,15, 1 Cor. 8,11,
2 Cor. 5,15, 21; Rom. 8,32; Ef. 5,2, 25, y muchos más).
Juan 11,50-52, 18,14, 10,11, 15; 15,13 se refiere a la
muerte de salvación de Jesús como nuestro sustituto. Juan
11,50 dice, "ni pensáis que nos conviene que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca"
(Juan 11,50).
"La muerte de alguien por otra persona sólo puede
entenderse en el contexto de los conceptos de sacrificio
del Antiguo Testamento".
En 2 Corintios 5,21 el apóstol Pablo desarrolla el
significado expiatorio de la muerte y la pasión de Jesús.
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él"
(2 Corintios 5,21). En Gálatas 3,13 él desarrolla el efecto
liberador de la salvación como corresponde a la redención
de un esclavo. La obra de salvación se identifica con el
pago de un rescate que consiste en la muerte como un
sacrificio de aceptación vicario. El precio del rescate es de
carácter sustituto
La Ley retumbante del Monte Sinaí fue como un trueno
negro de una nube pendiendo sobre la cabeza del pecador.
Ellos vivieron en el temor de la divina sentencia sobre
ellos en cualquier momento. El apóstol Pablo nos dice que
Dios tomó la iniciativa de salvarnos de la ira de Dios.
Cristo vino y en la cruz tomó sobre sí mismo toda la
condenación por el pecado que merecemos. Él cargó todo
el castigo con el cual nosotros deberíamos de haber
nacido. La Ley, declaró: "La paga del pecado es muerte".
Dios en la gracia y el amor pago la deuda en su totalidad y
declaró, "Porque la paga del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro" (Romanos 6,23).
Cristo cargo con lo que nosotros deberíamos haber
cargado, Él es nuestro sustituto. Cristo pagó el precio de
nuestra redención. En la medida en que el precio debe de
ser adecuado para la compra en cuestión indica una
sustitución.
El apóstol Pedro escribió, "Sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles,
como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo,
como un cordero sin mancha y sin contaminación" (1
Pedro 1,18, 19).