Comentarios que sí ayudan
P. Fernando Pascual
20-2-2011
Juan se lo repetía a su esposa cada vez que volvían de la casa de los padres de ella: “la butaca del
recibidor está muy mal puesta. Cualquier día alguien tropieza allí y tenemos una desgracia”. El día
llegó: el padre de la esposa tropezó y se rompió el fémur.
Matilde decía a su esposo, siempre que lo cruzaban, que aquel paso a nivel sin barreras era muy
peligroso. Ocurrió lo que estaba previsto: un tren embistió un coche y murieron tres personas. Sólo
entonces pusieron las barreras.
Muchas veces formulamos comentarios sobre peligros en las casas o en las carreteras, sobre
comportamientos que tarde o temprano provocarán graves daños. Pero hacemos esos comentarios
entre nosotros, sin dar aviso a aquellas personas que tienen responsabilidad directa en el asunto y
que podrían actuar para arreglar las cosas.
Esos comentarios vuelan, son improductivos, no ayudan. En cambio, si sabemos decir las cosas a
quien puede remediarlas, si avisamos de los peligros a quienes tienen capacidad para actuar, los
comentarios se convierten en algo útil, porque al menos en teoría permiten prevenir peligros y
mejorar un poco la vida.
Por desgracia, también ocurre que avisamos de un peligro y las personas interesadas no hacen caso
o consideran que el asunto no es para tanto. Nos duele tener una percepción clara sobre un problema
y no encontrar corazones atentos y mentes despiertas para escuchar y poner un remedio.
Entonces, sólo cuando se rompe un fémur o cuando ya hay un muerto de por medio, la gente
reacciona y empieza a arreglar las cosas. Pero también hay veces que con un comentario a tiempo sí
pueden conseguirse resultados concretos.
Por eso, vale la pena dejar de lado comentarios que se limitan a constatar problemas para empezar a
ser propositivos. Entonces daremos la “alarma”, con buena voluntad y desde el deseo sincero de
ayudar a otros, a quienes pueden tomar decisiones prácticas que remueven peligros y que permiten
una vida un poco más segura para todos.