Hombre Nuevo
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José Manuel, L.C.
No temas ser pobre
Cuando surgen problemas económicos en la familia, se suscita una serie de tensiones que
fácilmente se convierten en discusiones, conflictos y divorcio. El fracaso no se produjo por
falta de amor, sino por la presión de mantener unas apariencias, unos lujos, un nivel de vida
que simplemente se vuelven insostenibles. No hay que tener miedo a ser pobre, recordemos
que el Hijo de Dios nació, vivió y murió siendo pobre. La pobreza engendra la paz, nos
libra del sainete de estar aparentando lo que no somos. La pobreza libera y hace feliz
porque nos centra en lo esencial que es Dios y en nuestra familia que nos quiere y nos
acepta por lo que somos, no por lo que tenemos. No temamos ajustar los gastos a los
ingresos reales sin sentirnos mal porque tengamos que dejar fuera privilegios que antes tal
vez nos pudimos conceder. Es mejor ser pobre, pero honrado, que un rico, angustiado. El
pobre se ve libre de insatisfacciones y desilusiones, porque vive de acuerdo a lo que puede
lograr. Cuanto más aumentan las exigencias de consumo, más posibilidades existen de vivir
frustrado. Tal vez por eso Jesús llamó dichosos a los pobres de espíritu.
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