Mensaje para los del grupo “Pare de Sufrir”
Lic. Martha Morales
“Pare de sufrir” no es un adagio budista, sino el nombre de un culto originario de
Brasil, también conocido como Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD),
extendido en 90 países, entre ellos Japón, Israel, India, y Estados Unidos.
Fundada en 1977 en Abolicao, Brasil, por Edir Macedo Becerra, ésta es una
religión evangelista pentecostal, pero con toques de magia popular, y un
inmenso manejo de medios, dice Raúl Tortolero.
Pero ahora no quisiera hablar de la organización, sino hablarles a los que
pertenecen a este grupo. No se trata de atacar sino de hacerles unas
reflexiones sobre el cristianismo, para que las lleven a su oración personal,
cara a Dios.
La persona que lleva el dolor y las tribulaciones de la vida como algo que no le
pertenece, es una persona que vive desesperada por sanarse, por
desencadenarse de todo, y queda a la deriva de fuerzas exteriores. La realidad
es que la vida no es el paraíso terrenal, la vida no es cómoda ¾ y de eso
tenemos experiencia la mayoría¾; la corona de la victoria se recibe en el cielo.
La verdadera prosperidad es tener todas las cosas en orden: la cabeza y el
corazón.
La vida terrena es una escuela maravillosa, y lo que venimos a aprender es a
amar, pero resulta que no hay amor sin sacrificio. Para ser de Cristo no necesito
estar libre de todas mis angustias y de las cosas terrenas, esa no debe ser la
condicin, eso viene “por aadidura”. En el Evangelio se lee: “Buscad el reino de
Dios y su justicia y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mateo 6,33).
Hay que reconocer que si mi corazón no tiene gozo es porque mi corazón es
infiel, porque ha perdido la fe. Hay que pedirla a Dios, y decir: “Seor: Líbranos
del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los demás, a desenmascarar las
tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al final, nos dejan vacíos
y frustrados. Que en lugar de querer apoderarnos de la vida, la entreguemos.
Ayúdanos a acompaarte en este “perder la vida”, la vía del amor, la vía que nos
da la vida, y la vida en abundancia” (Juan 10,10).
Dios nos podría decir: Bájale el volumen a tu humanidad . Cuando alguien dice:
“no perdono” o “no le hablo”, le sube el volumen a su “yo”. No sabes lo que eres
si no sabes lo que Dios te dice: “Eres mío”.
Hay dos espiritualidades: una que acepta la Última cena de Jesús y de allí salta a
la Resurrección (la protestante), y otra que asume la cruz de cada día, y no
borra lo que Jesús dijo: “toma tu cruz de cada día y sígueme”. Primero somos
cruz y después vivimos la libertad de los hijos de Dios.
Jesús nos dice a los cristianos de hoy: “Hijo mío, párate al pié de mi Santa Cruz
y ofréceme, con mi Madre, al mundo entero. Los aceptaré y ofreceré a mi Padre.
Ellos serán mis hijos y obedecerán mis mandamientos. La ira del Padre eterno se
calmará. Mis santas llagas serán sanadas, entonces mi Reino vendrá al mundo.
Hijo, déjate crucificar por mí y conmigo en la Santa Cruz de la salvación. Esto es
lo que necesito de ti en expiación de tus pecados y los del mundo entero. Hijo,
yo no le pido estas cosas al mundo, sino a ti, porque te amo y quiero que me
demuestres tu amor. Hijo, deja que se haga mi voluntad en la tierra. Asume lo
que te toca, sufre conmigo y por mí” (Mensaje a Bernabé Nwoye, Enugu,
Nigeria).
Jesús, cuyo amor divino es lo único que podía y puede redimir a toda la
humanidad, quiere que compartamos su cruz para “completar” lo que aún falta a
sus padecimientos (Leer la carta de San Pablo a los Colosenses 1,24). Cada vez
que nos acercamos con bondad a quien sufre, a quien es perseguido o está
indefenso, compartiendo su sufrimiento, ayudamos a llevar la misma cruz de
Jesús (B XVI, Vía crucis , V, 2005).
Para que una persona esté centrada debe encontrarle sentido a la vida, la
muerte, el trabajo, el dolor y el amor (Víktor Frankl). Con un dolor de cabeza o
de lo que sea, ofrecido a Dios, podemos reparar por nosotros y por los demás.
No es malo compartir el dolor, pero sí es malo repartirlo, y si a mí me duele
algo, lo hago pasar mal a los demás, esto sí que está mal.
Los falsos profetas enseñan que el camino ES la comodidad, la salud física, la
liberación de los males terrenos. Cuando el camino es Jesús. Lo que madura y
perfecciona al ser humano es la paciencia, la lealtad con Dios, la sinceridad, la
fortaleza, el amor y las virtudes. Son falsos profetas los vendedores de falsas
esperanzas que hacen que la gente con tal de tener una pequeña luz para su
enfermedad les dejen su dinero. Hay personas que venden “productos mágicos”:
Rosa de Sharon, sal bendita, tierra de Jerusalén, aceite bendecido, etc. todo eso
traído desde Jerusalén pero «hecho en Nueva York». Hay que saber lo siguiente:
Los objetos benditos no se venden porque pierden la bendición.
En la historia reciente, la cristiandad, da la impresión de que se ha cansado de
tener fe y ha abandonado al Señor: las grandes ideologías y la superficialidad del
hombre, ha creado un nuevo paganismo.
El cristiano de hoy no quiere cruz, quiere divertirse, y así, olvida que este mundo
es un mundo de prueba. El Señor nos llama a salvarnos, siguiendo lo que él
enseñó. Los que huyen del sacrificio no son amigos de Dios; son enemigos de la
Cruz de Cristo. No se trata de buscar el dolor sino de asumirlo si nos llega, como
Voluntad de Dios. Dios no exige cosas imposibles.
Daniel Salinas escribe: “ La Iglesia Universal de Dios cobra elevados diezmos.
Esta secta brasileña lucra con la fe de miles de personas bajo la promesa de
sacar a Satanás de sus cuerpos y traerles la prosperidad económica a cambio de
diezmos”.