LA VOLUNTARIEDAD DE JESÚS
Estimado correspondiente y amigo: Celebro que usted sienta las cosas
de Cristo como yo, y también me parece bien que tenga algunas discrepancias
conmigo. Yo no soy teólogo, y casi me da espanto de poder serlo. ¡Ufff, que
responsabilidad! No comprendo que haya tanta gente que se meta en estos
misterios con ese rostro macizo y lanzado. Es una responsabilidad que no deseo
para mí. Si a usted le parece que sí, le diré que gracias, pero no. Eso es cosa de
otros más preparados.
El problema de la libertad está recogido en la teología cristiana con
muy buenos teólogos, escritores de fuste ante los cuales yo soy un ratoncillo.
Por contrapartida, digo lo que quiero decir, y no tengo que esconder en
palabrería lo que siento. Si gusta, bien, y si no, Dios sabrá. Yo esparzo mi
semilla, y me allano a los contra argumentos válidos en armonía con la Palabra.
Si otros juzgan (como casi siempre) con temeridad, es cosa de ellos.
Dios nos hizo libres, porque quería que fuésemos a imagen y
semejanza suya. Tras la caída (porque hubo caída, y si no, contemple el
panorama de “paz y armonía” que existe en este mundo) el hombre se
corrompió y sus instintos le llevan, en casi todas las ocasiones, de continuo al
mal desde el principio. Y así dice el profeta: Sus pies corren al mal, se apresuran
para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de
iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. (Isaías 57:9).
Esto, lógicamente y aun desde nuestro limitadísimo alcance, no es del
gusto del Creador, y así se dice también en otro lugar : Y se arrepintió Yahvé de
haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. (Génesis 6:6) La
solución, después de la defección y fracaso de Lucifer, era destruir toda vida
humana en la tierra, pero se obró el milagro y es por eso que estamos los
hombres sobre la faz de la tierra hoy día. Como se dice en La Escritura : Pero
Noé halló gracia ante los ojos de Yahvé (Génesis 6:8).
Aprovecho para estimular a usted, a que sea como Noé, la persona
justa y entregada a Dios, para que hallando Gracia de su parte pueda ser el
elegido, y la ira de Dios no caiga sobre todos nosotros. Eso parece ser lo que
usted pretende de mí. Y yo, pues soy lo que soy, por la Gracia de Dios. O sea,
muy poca cosa.
Cristo pues, en los días de su carne y aunque oró con fuerte instancia
a Dios según se dice en la Escritura, aprendió la obediencia y se entregó por
amor al Padre, voluntariamente. Si hubiese sido obligado por miedo o por
fuerza, podríamos tal vez acusar a Dios de violencia o crueldad, pero Él se
entregó voluntaria y deliberadamente, ya que, conociendo que el Padre Eterno
buscaba la salvación de los hombres quiso anhelosamente hacer la voluntad de
Nadie me la quita,
sino que yo de mí mismo la pongo.
Tengo poder para ponerla,
y tengo poder para volverla a tomar.
Este mandamiento recibí de mi Padre. (Juan 10:18)
su Padre: He aquí que vengo, ¡oh Dios! para hacer tu voluntad, Como en
el rollo del libro está escrito de mí. (Hebreos 10:7).
Así que termino esta pobre exposición, llevándole al versículo en el que
se muestra cual es la cooperación de las tres personas divinas involucrándose
en la salvación de todos nosotros: ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por
eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la
remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados
reciban la promesa de la herencia eterna. (Hebreos 9:14:15).
¿Que más puedo yo ofrecerle, que no le ofrezca la Palabra de Dios a la
que usted apela, y hace bien con hacerlo? Mi mejor deseo de que esto le sirva a
usted, como me sirvió a mí para comprender estos misterios (que no enigmas).
Claro que usted puede tener mejores maestros, que le muestren mejor estas
cosas y muchas más. Diríjase usted a personas con autoridad y seriedad para
estos asuntos, y verá como se abren sus ojos a un universo grandioso y pacífico.
Yo estoy a su disposición con mis modestas facultades. Usted haga lo que
quiera, que este asunto no es nada baladí.
Un toquecillo Bíblico: Le dijo entonces Pilatos: ¿Luego, eres tú rey?
Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto
he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la
verdad, oye mi voz. (Juan 18:37) Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo
ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte,
fue oído a causa de su temor reverente.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le
obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de
Melquisedec. (Hebreos 5:7,10)
Rafael Marañón Barrio 14 de Febrero de 2011.
AMDG.