PADRE JESÚS DEL CALVARIO
Cuando el árbol talaron,
para fabricar la cruz,
nunca se imaginaron,
que en ella moriría Jesús,
el día que lo cortaron,
el sol hizo contraluz,
las nubes lo ocultaron,
pero sin eclipsar su luz.
El tronco pelaron,
desbrozando sus ramas,
con fuerza lo clavaron,
en forma de aspas,
la cruz idearon,
para castigo de almas,
y a romanos la entregaron,
para con alguien estrenarla.
En Jerusalén,
un hombre la aceptó,
había nacido en Belén,
en testimonio de amor,
el pueblo de Israel,
con odio lo recibió,
no queriendo creer,
que es Hijo de Dios.
La cruz de su Calvario,
sus manos han cogido,
entre soeces comentarios,
de un mundo enloquecido,
con gritos sanguinarios,
el hombre es recibido,
caminando solitario,
entre tantos enemigos.
Calle Lucas de Tena,
calle de la Amargura,
misma estampa nazarena,
misma estampa de locura,
por la calle Tendaleras,
silenciosa y a oscuras,
la sombra de su condena,
los sentimientos apuran.
Música de capilla,
acompañan su recorrido,
y a su alma la herida,
del pecado asumido,
el madero hace horquilla,
con su hombro dolorido,
que al dolor orillan,
avivando sus sentidos.
Antonio Rodríguez Mateo