DOLOROSA INDIFERENCIA
Quién me podrá recordar,
cuando pasado haya el tiempo,
o a mi tumba venga a rezar,
si esto resultase cierto.
En la actualidad,
puedo decir que un pimiento,
le importa a los demás,
que esté vivo o muerto.
Si triste es la soledad,
más triste es la indiferencia,
que hay que soportar,
en tan parca indulgencia.
Y no es elucubrar,
que ocurra la contingencia,
ni tampoco desvariar,
constatar sus consecuencias.
Aunque para algunos no,
algunos no se dan cuenta,
que causan un gran dolor,
con alevosas afrentas.
Al código del honor,
se le caen sus competencias,
ante la incomprensión,
de trazo de sus sendas.
La inteligencia del ser,
por Dios ha sido concedida,
pero hay quien llega a creer,
que ellos tiene la medida,
de la ciencia del saber,
de las penas afligidas,
cuando lo cierto es,
que sí, pero la de causar heridas.
Y en el espejo ven,
reflejarse su bondad,
tan verdaderamente lo creen,
que les impide razonar.
Pobrecito de aquel,
acaparador de la verdad,
desgraciado más bien,
en su insensato despreciar.
Antonio Rodríguez Mateo