A JESÚS DE LA HUMILDAD
Tras azotarlo vilmente
y sentarlo en pedestal,
espinas rompen su frente
que no cesa de sangrar,
desnudo ante la gente,
como un fiero criminal.
Siendo Mesías Redentor,
y Rey de la Humanidad,
el Unigénito de Dios,
y de Higuera la Real,
su Santísimo Patrón
y Jesús de la Humildad.
Su cabeza está inclinada,
y la mirada perdida,
las muñecas maniatadas
y tumefactas las mejillas.
Por la sangre coagulada,
en las múltiples heridas,
su Higuera emocionada
se le postra de rodillas.
Viéndolo tan solitario,
tan desvalido y tenso,
anuncio ya del Calvario,
Nuestra Señora del Loreto,
o también como Rosario,
sueña con el momento.
De llegar hasta su lado,
para decir a Jesús Nuestro,
que en su pecho clavado,
siete puñales de hierro,
por el ¡Sí!, manifestado,
en el anunciado suceso.
Y la Virgen del Socorro,
o como Dolores también,
gime poquito a poco,
porque la sangre de Él.
Es de su vientre gozoso,
como lo dijo Gabriel:
Dios está con nosotros
y su nombre es Emmanuell.
Antonio Rodríguez Mateo