“Idolatría” e imágenes en la Iglesia Católica
Rebeca Reynaud
El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor;
prohíbe la superstición y la irreligión. La idolatría no se refiere sólo a los cultos
falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. La idolatría consiste
en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre
honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Se puede tratar de poder,
placer, del Estado, del dinero o de una persona a quien se idolatra.
El culto a las imágenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los
ídolos, ya que “el honor dado a una imagen se remonta al modelo original” (San
Basilio, spir. 18, 45). “El que venera a una imagen, venera en ella la persona
que en ella está representada” (Ds 1821-1825). El honor tributado a las
imágenes sagradas es una “veneracin respetuosa”, no una adoracin, que slo
corresponde a Dios (CEC, 2132).
En el libro del Éxodo, dice: “No tendrás otro dios fuera de mí. No te hagas
escultura ni imagen, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en
la tierra” (habla de imágenes que toman el lugar de Dios). “No te postrarás ante
ellos ni les darás culto.” (20, 3-4). La prohibición no es a las imágenes en cuanto
imágenes sino en cuanto se les considere dioses que ocupan el lugar debido a
Dios.
Los católicos veneramos ¾no adoramos¾ a las personas que representan, no a
las imágenes en sí. No adoramos a la Virgen, la respetamos y la amamos, y
acudimos a ella como a una Madre de misericordia, una madre que da mucho y
no reclama nada. Estaría mal adorarla a ella en lugar de adorar a Dios, pero no
se le adora, se le venera, y ella lleva a Cristo: es el camino corto para llegar a
Dios.
El Señor no se puede contradecir porque, si la prohibición fuera tajante, ¿por
qué el mismo Dios da las instrucciones para la construcción de su Templo (leer
Éxodo, capítulos 25 a 27). Si se atiende al contexto se ve que Dios no hace una
prohibición tajante de venerar imágenes sino que pide que no se les dé la
adoración que pertenece a Dios. Ya que en ese mismo libro dice el Señor:
“labrarás dos querubines de oro, serán de oro macizo y estarán en los dos
extremos del propiciatorio (…). Los querubines tendrán las alas extendidas hacia
arriba, cubriendo con ellas el Propiciatorio” (Ex 25, 17-21). El Propiciatorio era
una gruesa capa de oro; el día de la Expiación, el sacerdote la rociaba con
sangre, implorando el perdón de los pecados del pueblo. San Pablo llama a
Jesucristo “Propiciatorio”, por cuanto en su Sangre se alcanza la remisin de los
pecados (cfr. Romanos 3,25).
En el libro 1º de Reyes, el Señor da indicaciones a Salomón sobre cómo debe de
construir y adornar el Templo de Jerusalén. Salomón mandó hacer dos
querubines de 5 m de alto, hechos de madera de olivo, y los puso en el interior,
en el lugar más santo: el Santo de los santos (cap. 6).
Cristo no dijo nada de las imágenes del Templo de Jerusalén, y sí lo dijo en
cambio que el Templo no debía de ser lugar de vendedores, pues hacer negocios
allí profanaba el lugar santo.
El argumento más contundente a favor de las imágenes está en que el mismo
Dios nos envió su imagen en Jesucristo. Dios es condescendiente y considera
que las imágenes ayudan a nuestra naturaleza visual, y más en esta época de la
imagen, como es la nuestra.
Fernando Casanova, teólogo y ex pastor protestante, dice: Yo le digo al Cristo de
la Misericordia: “Te amo, Seor, soy tuyo, guíame, que haga siempre el bien,
que haga siempre tu voluntad”, y beso su imagen, pero lo que intento es hablar
al Señor y besar a mi Señor. La imagen no es el Señor, pero me ayuda a
acordarme del Seor. Por lo tanto, aconseja, “nunca aceptes una premisa que se
esgrime contra la Iglesia Catlica porque suele estar equivocada”.
Dios mandó hacer una serpiente de bronce, y Jesús no condenó esta imagen,
sino que le encontró una similitud consigo mismo, dijo que así sería levantado él.
Un señor le dijo a un amigo:
¾ ¡Las imágenes son idolatría!
¾ ¡Vamos a romper las imágenes de mi casa!, pero antes préstame 200 pesos.
Y continuó:
¾ ¡Ah! El billete tiene una imagen y a ti no te gustan las imágenes, así que
mejor me quedo con el billete. O mejor, rompemos este billete porque no hay
que tolerar las imágenes.
Cuando una persona besa la fotografía de la madre, la esposa o los hijos, no
besa la cartulina, en su intención besa a esa persona amada, y si alguien no
entiende esto es un necio.