Vayan al mundo entero y proclamen el evangelio Mc 16,15-18
P . Felipe Santos Campaña
Hoy celebramos en la Iglesia la conversión del Apóstol Pablo;
celebramos un cambio de vida, el paso de un “antes” a un “después”;
celebramos la apertura total de un hombre a la voluntad de Dios. Pablo es
importante para la comunidad de creyentes por su proceso de cambio;
pasa de un sistema religioso cimentado en la justificación (“Dios me paga
por cumplir la ley”) a un sistema en el que Dios se hace presente de
manera directa, sin necesidad de intermediarios, en la existencia del ser
humano. Pablo experimenta que Dios está presente en él; que puede
acceder a Dios no por medio de la ley, sino por medio de las personas.
Pablo se da cuenta que ese mismo Dios en quien cree habita en él y en la
comunidad; Pablo descubre que la relación del ser humano con Dios ocurre
en la mundanidad, y es esa la gran novedad para Pablo y en eso consiste
su proceso de cambio. El evangelio que leemos hoy nos confirma lo que
Pablo experimentó: el reino de Dios está actuando ya en nuestra historia,
está presente en nosotros; por ello necesitamos cambiar, sumergirnos esa
presencia salvífica y saturarnos de ella y así estar dispuestos para dar
testimonio de ello a nuestros hermanos.