DISGUSTO DEL PADRE
Qué grande fue la pena,
de Dios Todopoderoso,
cuando la primera Eva
pecó, por ella y por nosotros.
Su gracia era plena
y perpetuo era su gozo,
pero de avaricia llena,
todo lo tiró al pozo.
Muy grande fue el castigo,
al perder la inmortalidad,
Dios dejó de ser su amigo
y el de toda la Humanidad.
Expulsándoles del Paraíso,
el llamado terrenal,
a ella y su marido,
que atendía por Adán.
Pronto cayeron en la cuenta,
que desnudos estaban los dos,
y hasta se dieron la vuelta,
cuando el Padre los llamó.
Tan llenos de vergüenza,
tan llenos de rubor,
por la osadía y afrenta,
infringida al Creador.
Por eso fueron condenados,
a errar por la vida,
y a ser acosados,
por calamidades y fatigas.
El viento huracanado,
les agrietó las mejillas,
hasta ser enterrados,
con las carnes podridas.
Pero tras la muerte,
les llegó el perdón de alma,
porque Dios es indulgente,
misericordioso y nos ama.
Su Verbo Omnipotente,
nos libró de esa llama,
de fuego incandescente,
que nunca se desgasta.
Antonio Rodríguez Mateo