SANTO CRISTO DEL MAR
El murmullo de las olas,
en la noche se ha calmado,
llorando va la Señora,
detrás del Crucificado.
Al ser las veintidós horas,
el Vía Crucis se ha iniciado,
desde el Templo de la Patrona,
que del Carmen es llamado.
Al Santo Cristo del Mar,
a sus pies le han puesto flores,
rojas por el sangrar,
de sus miembros salvadores.
Un poco más atrás,
María Santísima de los Dolores,
no cesa de llorar,
al cumplirse sus temores.
El océano calla,
la ría se desespera,
viendo a la Cofradía,
llamada: la marinera.
La oscuridad se fundía,
con barquitas y velas,
esperando el nuevo día,
de la Punta Umbría cofradiera.
El morado manto,
y la violeta saya,
no ocultan el espanto,
de un corazón que estalla.
El Hijo de su quebranto,
espinas lleva clavadas,
traspasado por tres clavos
y una horrible lanzada.
Aún resta el sufrimiento,
del despoje de sus andas,
porque la puerta del Templo,
no es demasiado ancha.
Casi a ras del suelo,
y con costaleros casi a gatas,
en pos de su madero,
Señora, entras en la iglesia abarrotada.
A esperar el Santo Quinario,
pero antes será el pregón,
que ojalá fuese a diario,
para mitigar tu dolor.
Sufriendo en el Calvario,
bajo la Cruz de tu amor,
como hojas del calendario,
clavadas en tu corazón.
Antonio Rodríguez Mateo