SAGRADO DESCENDIMIENTO DE CRISTO
Todo está preparado,
todos guardan silencio,
el lienzo desenrollado,
y la vasija de ungüentos.
Sus brazos desenclavados,
las espinas en el huerto,
y en el suelo los clavos,
que sus carnes han abierto.
Escaleras apoyadas,
en el patibulum de la cruz,
y en el suelo la mortaja,
para envolver a Jesús,
su cuerpo ya lo bajan,
alguien prende una luz,
que a las sombras desplazan,
con exasperante lentitud.
El cuerpo está inerte,
la cabeza inclinada,
la sujeta la muerte,
que está envalentonada,
con mano fuerte,
el cadáver agarra,
y en la cruz sostiene,
con siniestra carcajada.
Llanto y suspiros,
llevan los vientos,
con sueños dormidos
y ahora despiertos.
Lienzo han recogido,
para el descendimiento,
de un Cristo dormido
y vencedor de muertos.
El Verbo ha callado,
su voz se ha extinguido,
el Hombre ha suspirado
y al Sheol se ha ido,
sus muros ha derribado,
con su cuerpo descendido,
y las puertas ha sellado,
cuando los buenos han salido.
Sagrado Descendimiento
de Cristo Nuestro Señor,
impactante momento,
ante el Hijo de Dios.
Monte sangriento,
regueros de sol,
sudarios prietos,
cuajan el horror.
Antonio Rodríguez Mateo