Salud y amistad
Rebeca Reynaud
Un conferencista, jefe del Departamento de Psiquiatría en Stanford, habló de la
conexión entre el stress y la enfermedad. Empezó diciendo que una de las cosas
más saludables para un hombre era estar casado con una mujer. Y para la
mujer, una de las cosas más saludables era tener amigas y fortalecer sus
amistades.
Todo mundo se rió, pero él dijo que hablaba en serio.
Explicó que la mujer conecta con cada persona de los modos más diversos, y
brinda sistemas de apoyo que ayudan a manejar el stress y las dificultades de la
vida. Esta cualidad de la mujer ayuda a los demás a crear serotonina, un
neurotransmisor que ayuda a combatir la depresión y a crear un estado general
de bienestar. Las mujeres suelen compartir sus sentimientos, mientras que el
hombre es más cerebral y crea relaciones para la actividad, pero raramente
habla de lo que siente. El varón habla del trabajo, del estudio y de los hobbies,
pero de sus sentimientos raramente habla. En cambio, las mujeres siempre
hablan de ellos.
Nosotros, explicaba, compartimos lo que hay dentro con nuestras hermanas o
con nuestra madre, y, evidentemente eso es bueno para la salud. Compartir lo
que se piensa con un varón es también importante para la salud general, pero
casi siempre se encuentran para trabajar o para practicar algún deporte. Los
varones pensamos que cuando hacemos ejercicio estamos fortaleciendo el
cuerpo, y es verdad, pero también lo fortalecemos cuando salimos con amigos.
En resumen, dijo el conferencista, la capacidad de hacer y mantener amistades
ayuda a la salud, y no tener amigos es tan peligroso para la salud como el vicio
de fumar o tomar. Por tanto, concluyó, inviertan tiempo en sus amistades.
El cerebro se recobra al contacto con la naturaleza
Lo que viene a continuación aparentemente no tiene nada que ver con lo
anterior, pero en realidad sí conecta, pues habla de mantener una relación
“amistosa” con la naturaleza, también para tener más salud de cuerpo y alma.
Cuatro neurocientíficos amigos se fueron de fin de semana con sus familias, a un
lugar campestre en Utah. Su objetivo, además del descanso, era dialogar sobre
el impacto de la tecnología en el cerebro: ver cómo influye lo digital en nuestro
modo de razonar y comportarnos, y cómo el contacto con la naturaleza puede
hacer reversibles algunos efectos. Ven que los celulares y las computadoras
están transformando la vida pues permiten que la gente salga de sus oficinas y
trabaje donde sea, acortan las distancias y desempeñan innumerables tareas.
Para bien o para mal el consumo de medios, tan variados como el correo
electrónico y la televisión, se ha disparado.
Paul Atchley, de 40 años, es profesor en la Universidad de Kansas, que estudia
el uso compulsivo de celulares en adolescentes. Dice que el uso frecuente de
tecnología puede inhibir el pensamiento profundo y causar ansiedad, sin
embargo, el contacto con la naturaleza puede ayudar a regularizar la mente
humana. Art Kramer, de 57 años, es profesor en la Universidad de Illinois, y ha
ganado la atención de muchos con sus estudios de los beneficios neurológios que
se obtienen gracias al ejercicio físico. Kramer es el más prominente de los cinco,
acaba de ser nombrado director del Instituto Beckman, un centro de
investigación de la Universidad de Illinois. Afirma que el ejercicio crea neuronas
nuevas. Además, recomienda que, para retardar los síntomas de Alzheimer, es
recomendable hacer ejercicio al menos tres veces por semana, 30 minutos, y
luego, mantener la actividad mental estimulada, por ejemplo, leyendo libros y
comentándolos.
El científico Braver dice que está demostrado que se aprende mejor después de
una caminata por zonas verdes, que en una caminata por una calle llena de
gente. El David Strayer, el organizador de Utah y profesor de psicología militar,
argumenta que la naturaleza puede “refrescar” el cerebro. “Nuestros sentidos
cambian, se calibran. Notas sonidos como esos grillos que cantan, el sonido del
río, de los pájaros, del viento; con el olor del bosque; te conectas con el
ambiente físico. El río fluye, y las ideas también. Todo esto restaura al ser
humano”.
Paul Atchley dice que la naturaleza ha clarificado sus ideas y que ahora puede
comprender nuevas formas para entender por qué los adolescentes se
involucran en situaciones que pueden suponer peligro, como manejar a alta
velocidad. Quizás su adicción a la estimulación digital conduce a hacer decisiones
superficiales y a tener un pensamiento débil. Steven Yantis, de John Hopkins,
asegura que la conversación sostenida con sus colegas, por la noche, a la luz de
las estrellas, le dio nuevas ideas para su investigación sobre cómo y porqué la
gente se distrae con fuentes irrelevantes de información, y de cómo la
tecnología está “realambrando nuestro cerebro”. La tecnología puede disminuir
la capacidad de concentración, asegura Yantis.
El estudio moderno sobre la atención surgió en 1980 con la diseminación de
máquinas que permiten observar cambios en el torrente sanguíneo y la actividad
eléctrica del cerebro. Pero máquinas más nuevas les han permitido observar las
partes del cerebro que entran en acción cuando hay cambio de actividad, o
cuando están prestando atencin a una película o a la música. “El correo
electrnico parece estar apoderándose de nuestra memoria activa”, seala
Yantis.
El señor Braver, de la Universidad de Washington, en San Luis, dice que este fin
de semana cerca del bosque ha sido más efectivo que los días de trabajo en
hoteles en la ciudad, con cientos de personas participando. (Cfr. Periódico suizo
Current Concerns, “Al aire libre y desconectados, estudiando el cerebro”,
septiembre 2010).