No los dejaban ni comer Mc 3,20-21
Jesús regresa de la montaña a la casa, de la cercanía con Dios al
encuentro con la humanidad. Es en el hogar, en la intimidad de la
persona y de la comunidad, donde Jesús se hace presente, en donde
él actúa y hace efectiva su misión como Hijo de Dios. La casa
posee un significado especial para el evangelista Marcos. Es el lugar
de reunión, donde Jesús instruye a los suyos, donde se enseña, se
predica y se vive el evangelio. La casa se convierte entonces en un
lugar de referencia para la comunidad de creyentes, pues de allí
surge una nueva manera de relacionarse, una nueva manera de ser
hombre y mujer, una nueva manera de concebir el mundo y a Dios.
En esta “casa” el trabajo no da tiempo para comer, hay muchas
personas buscando a Jesús, buscando un cambio de vida. Jesús y
sus discípulos realizan, por medio del servicio y la solidaridad, un
trabajo que no es propiamente de locos; es un trabajo sensato en
beneficio del Reino. Las comunidades cristianas deben ser para la
sociedad lugares en los que se teje un mundo nuevo, fundado en el
servicio y el amor y no en el poder y la injusticia.
Felipe Santos, SDB