ALGO MÁS QUE PALABRAS
PODERES SIN LÍMITES
El poder sin límites es una ruina. Hay que limitar el poder de los
gobiernos. Algunos quieren gobernarnos demasiado. Para que no se pueda
abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder, dijo
Montesquieu. Conviene recordarlo. Porque se evade que el poder tiene
deberes y que el poder debe usarse como ética de combate, no como
sistema de opresión de unos contra otros. Debemos redistribuir el poder y
distribuir mejor los mandatos. ¿Cómo? Barriendo privilegios, desechando
abusos, participando y expandiendo los derechos ciudadanos. Uno tiene
derecho a representarse asimismo y a ejercer su ciudadanía. Y también uno
tiene el deber de servicio a la verdad.
Frente a tantos abusos de autoridad, es preciso que hoy el mundo
reflexione y active el debate sobre el acceso al poder y a la creación de ese
poder; de cómo se llega a los gobiernos y para qué se llega a los gobiernos.
Es otra de las grandes crisis del planeta. El consenso es una actitud clave
para que el poder democrático funcione y se puedan llevar a buen término
los cambios necesarios, justo con más democracia, porque todos tenemos la
obligación de darnos a respetar con nuestra propia voz, y de ser respetados
como persona.
Difícilmente las personas pueden ser respetadas, cuando el respeto a
la propia vida se pone en entredicho. Medio mundo se somete a otro medio
mundo y esto es despreciable. Tampoco suele considerarse el pasado, que
son nuestras raíces, con estima. Desde luego, un pueblo que pierde la
consideración a la humanidad de la que forma parte, lo único que gana es
salvajismo. De hecho, la concentración de la riqueza y del poder en manos
de estas gentes sin escrúpulos favorece la avasallamiento, puesto que
tienen mayor capacidad de movimiento para apoderarse de los débiles.
Pongamos, pues, cuanto antes límites a unos poderes sectarios, que
buscan la ganancia individual y el dominio de las personas como mercancía
de compraventa. Esto no se puede tolerar. Si el poder por si mismo ya
tiende a corromper, cuando se pone en manos de ciudadanos que no
entienden de humanidad, aún se acrecientan más las dominaciones, los
muros anti-humanidad.
Con urgencia debemos de frenar los poderes excesivos, aglutinadores
de injusticias, que no ven más allá de lo que les dictan el gremio de los
poderosos. De no hacerlo, corremos el peligro de que el planeta se ahogue
en las propias élites de un poder absoluto, prepotente y dominante, en
lugar de reconocer que el mal reparto de las riquezas, la exclusión y la
pobreza, es una consecuencia de los modelos de desarrollo impuesto por los
acaudalados. Vamos en camino contrario al desarrollo de la especie. Por
eso, no podemos perder ni un minuto, quizás mañana sea demasiado tarde
para la subsistencia de un mundo atormentado por la división humana, que
no de poderes.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
19 de enero de 2010