Hablar con calma

P. Fernando Pascual

7-3-2024

 

Con frecuencia discutimos apasionadamente: de fútbol o de economía, de política o de medicina, de informática o de música.

 

Al discutir con pasión, es fácil expresarse de modo inadecuado, faltar al respeto al otro, no comprender bien lo que dice.

 

Por eso resulta importante aprender a hablar con calma, desde una actitud serena que permita abrirse a lo que dice el otro y “relativizar” las propias ideas.

 

No se trata de renunciar a lo que uno piensa: si estoy convencido de que esta medida económica causará más daños que beneficios, puedo exponer mi idea precisamente porque me adhiero a la misma.

 

Lo que se busca, al hablar con calma, es promover un ambiente más cordial para que el diálogo fluya sin interferencias emotivas que impidan ver claramente lo que dice el otro.

 

Así, al discutir sobre política, defenderé mis propias convicciones sobre la atención a las familias, sobre los impuestos, sobre las subvenciones a la agricultura y a la investigación.

 

Al mismo tiempo, comprenderé lo que me diga el interlocutor, que da más importancia a la salud pública, al desarrollo de infraestructuras, y a planes para afrontar de modo eficaz el flujo migratorio.

 

Si dejamos a un lado prejuicios dañinos, si evitamos ataques personales, si controlamos la “adrenalina”, la conversación podrá fluir con serenidad, lo cual facilita el que cada uno hable y escuche en las mejores disposiciones.

 

No siempre se alcanzará un acuerdo. Quizá al concluir el diálogo cada uno seguirá en sus propias posiciones.

 

Pero, al menos, la experiencia de hablar con calma habrá ayudado a vivir mejor esa experiencia tan humana y enriquecedora que consiste en compartir ideas diferentes con un único objetivo común: acercarnos hacia la verdad.