Pensar y decidir desde el
miedo
P. Fernando Pascual
29-2-2024
Desde el miedo a la
enfermedad, a la guerra, al hambre, a perder el puesto de trabajo, tomamos
muchas de nuestras decisiones.
El miedo a los incendios lleva
a promover salidas de emergencia, instalación de extintores y de mangueras,
sobre todo en edificios públicos.
El miedo a las enfermedades
nos invita a acudir a revisión médica, a vacunarnos, a mejorar la dieta.
El miedo a las crisis
económicas impulsa a las personas a guardar dinero en varios bancos a la vez,
de forma que si un banco quiebra al menos se salven parte de los ahorros.
El miedo a las sequías y a los
desastres ambientales promueve conferencias y planes para contrarrestar lo que
muchos llaman “cambio climático”.
Notamos, entonces, cómo el ser
humano piensa y decide frecuentemente desde el miedo, porque desea evitar
peligros y mantener a salvo lo que considera bueno.
En ocasiones, el miedo ha sido
usado por grupos ideológicos para imponerse sobre los adversarios. Por ejemplo,
los comunistas denunciaban con frecuencia a los “enemigos del pueblo” porque
serían una continua amenaza contra la revolución. O los nazis promovieron el
miedo y el odio contra categorías y razas como si fueran a destruir la “pureza”
de la nación...
El miedo puede ser irracional
o racional. En ocasiones, se mezclan ambas dimensiones, hasta el punto de que
muchas personas piensan desde emociones y miedos irracionales.
Otras veces, el miedo puede
ser un buen aliado para promover comportamientos positivos. Un gran pensador
del siglo XX, Hans Jonas, llegó a defender una “eurística del miedo” para intervenir (esperamos que
eficazmente) ante los peligros que amenazan la existencia de vida en el
planeta.
Pensar y decidir desde el
miedo es, como vemos, algo sumamente frecuente, y puede llevar hacia
consecuencias benéficas o hacia comportamientos perjudiciales.
Lo importante es reconocer las
diferentes motivaciones que han provocado un miedo, descartar miedos infundados
o excesivos, y prestar atención a miedos que tienen un fundamento creíble.
Luego, habrá que pensar en qué
medida un miedo bien fundado merezca ser tenido en cuenta, y cómo promover
acciones para evitar todo aquello que pueda perjudicar la salud física, la vida
espiritual, y las relaciones entre las personas y los grupos sociales.