Momentos de confusión en la
Iglesia
P. Fernando Pascual
15-2-2024
La Iglesia católica fue
fundada por Cristo. Cuenta con la asistencia del Espíritu Santo. Camina en la
historia gracias a la fidelidad de los pastores y de los fieles.
Al mismo tiempo, la Iglesia
católica está constituida por hombres, con todas sus cualidades y con todos sus
defectos.
Hay momentos en los que esos
hombres, fieles bautizados, sacerdotes, e incluso obispos, aceptan ideas y
comportamientos contrarios a la fe y a las sanas costumbres.
Ello ocurre no solo cuando uno
comete el pecado, pues casi todos los bautizados podemos fallar al amor y
cometer actos que ofenden a Dios y al prójimo.
Ocurre, sobre todo, cuando se
busca justificar el pecado y el error, cuando se presenta lo malo como bueno,
cuando se promueven ideas y actuaciones que van contra el Evangelio.
Ya en los primeros siglos
cristianos hubo quienes se apartaron del buen camino y empezaron a enseñar “vanas
doctrinas” (cf. Ef 5,6), a sembrar confusión
entre los católicos.
Cristo enseñó que, junto al
trigo, crece también la zizaña (cf. Mt
13,24-30). También explicó que en el Reino de los cielos se juntan, como en la
red del pescador, los buenos y los malos (cf. Mt 13,47-50).
Pero las infidelidades y los
errores de tantos bautizados, del pasado y del presente, provocan momentos de
confusión y dudas en muchos creyentes.
Nos causa dolor constatar
cómo, en momentos de confusión, no todos reaccionan de modo adecuado. Incluso
hay pastores que, como perros mudos, no advierten a los bautizados de los
errores que se difunden (cf. Is 56,10).
Vale la pena, cuando
reaparecen errores del pasado o se difunden errores nuevos, recordar lo que
explicaba el Papa san Gregorio Magno en su Regla Pastoral sobre el
peligro de no advertir a los fieles ante los peligros:
“Por eso el Señor reprende a
estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos, incapaces de
ladrar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la brecha ni
levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla,
en el día del Señor” (Regla pastoral de san Gregorio Magno, papa, Libro
2, 4: PL 77, 30-31).
Ante los momentos de
confusión, lo importante es no desfallecer, sino confiar en Cristo y su
Palabra, y vigilar para no acoger nada que vaya contra la sana doctrina.
Cuando encontremos un error,
podemos responder con nuestro amor a la Verdad, adheridos a las enseñanzas de
la Iglesia, sobre todo en los concilios dogmáticos de su larga historia; y
ayudados por tantos santos pastores y laicos que saben mantenerse firmes en la
fe y gozosos en la esperanza (cf. Col 1,23; 1Cor 16,13; Heb 13,7).