Dos necesidades irrenunciables
P. Fernando Pascual
8-2-2024
Hay dos necesidades que nos
resultan irrenunciables: la comida y el cariño.
Necesitamos comida porque
somos seres vivos, porque consumimos energía en las actividades más sencillas,
porque incluso las neuronas “comen” mucho mientras dormimos.
Necesitamos cariño porque
somos seres espirituales, abiertos a dar y a recibir amor, necesitados de
corazones que nos quieran.
La agricultura existe para
atender la necesidad de la comida. Por eso los campesinos, ganaderos y
pescadores merecen toda nuestra gratitud y apoyo.
Podríamos pensar que la
psicología y otras disciplinas afines atienden en parte la necesidad de cariño,
pero en realidad su cometido suele estar circunscrito en el tiempo y según
necesidades concretas.
La necesidad de cariño solo
puede ser satisfecha gracias a personas cercanas que nos conocen, que nos
apoyan, que nos aprecian, que nos corrigen (también una buena corrección es
señal de cariño).
Esas personas están en la
familia, en el puesto de trabajo, en el club, incluso en encuentros casuales en
los que nos sentimos acogidos y amados.
Millones de seres humanos
sufren hambre, a pesar de que hay posibilidades técnicas para producir comida
para todos.
Millones, muchos millones, de
seres humanos sufren la falta de cariño, porque en casa, en el trabajo, en la
escuela y en otros ámbitos no reciben eso que tanto necesitan.
Cuando tenga ante mí un poco
de comida, sentiré en mi corazón el deseo de dar gracias a quienes la
produjeron y a quienes la trajeron hasta nuestro barrio.
Cuando reciba cariño,
reconoceré en quien me lo ofrece esa grandeza de alma que le ha permitido salir
de sí mismo para darme apoyo en las dimensiones más íntimas de mi corazón.
Sobre todo, ante la comida y
el cariño que recibo, intentaré descubrir la presencia de un Dios que cuida de
los campos, que embellece los lirios, que llena de vida los trigales y los
ciruelos, y que acompaña con un cariño inmenso a cada uno de sus hijos...