La ciencia y los científicos
P. Fernando Pascual
17-1-2024
Encontramos con frecuencia
frases como las siguientes: “la ciencia ha establecido que...” “Las opiniones
son falibles, la ciencia no lo es”. “La ciencia alcanza verdades benéficas para
la humanidad”.
Sobre todo, frases que inician
con la fórmula “la ciencia ha establecido que...” suponen que sobre un tema ya
se habría llegado a un nivel de verdad indiscutible o, por lo menos, bastante
claro.
Lo que pasa es que “la ciencia”
no existe como un sujeto que haga afirmaciones sobre los átomos, los genes, los
productos químicos y los cambios en el clima.
Lo que sí existen son
científicos, seres humanos que tienen las cualidades y los defectos que nos
caracterizan a casi todos los que pertenecemos a la misma especie de “homo
sapiens”.
Esos científicos viven en un
tiempo concreto. Ello explica que hace 500 años los científicos aceptaban en
una gran mayoría el geocentrismo, mientras que hoy aceptan otros modelos
astronómicos.
Esos científicos trabajan con
medios más o menos precisos. Por eso, hace más de un siglo “veían” que los
átomos no tenían partes, mientras que hoy buscan, gracias a instrumentos muy
sofisticados, nuevas subpartículas atómicas.
Algunos de esos científicos
necesitan dinero y buscan la fama. Por eso ocurre que un número (esperamos que
muy reducido) de ellos inventan “descubrimientos” con datos falseados, otros
copian o roban los estudios de sus colegas, y no faltan los que se someten a lo
que les impongan quienes les financian.
Muchos científicos honestos
saben que los datos que hoy son vistos como válidos mañana serán corregidos, o
incluso refutados. Por eso son conscientes de que la buena investigación tiene
que reconocer, en muchos temas, que no se ha llegado a verdades indiscutibles.
Por lo anterior, y por otros
aspectos humanos que afectan la vida de nuestros científicos, tendríamos que
reconocer que “la ciencia” abstracta no existe, ni establece nada, ni llega a
certezas que nunca podrán ser discutidas.
Si llegamos a reconocer esto,
seremos capaces de encuadrar adecuadamente el precioso trabajo que tantos
científicos realizan con honestidad y con rigor, en su esfuerzo por conocer
mejor, en la medida de lo posible, la realidad en tantos ámbitos del mundo
complejo en el que vivimos.
Sobre todo, quienes no somos
científicos, pero dependemos de muchas informaciones que ellos nos ofrecen,
seremos capaces de pedir a los investigadores que trabajen seriamente y desde
buenos principios éticos y, sobre todo, que busquen siempre el bien de todos
los que compartimos una misma humanidad y un mismo esfuerzo colectivo para
mejorar un poco este mundo que hemos recibido como herencia.